Leopoldo Gonzalo

LEOPOLDO GONZALO.

Un ancestral saber que parecen ignorar los políticos

Desde el Papyrus Rhind o Libro de Cálculo del egipcio Ahmés (2000 a. C., nada menos), se conocen algunas sencillas operaciones aritméticas que, por lo visto, ignoran ciertos políticos de hogaño. Y desde Pitágoras, por lo menos, no hay escusa para semejante ignorancia. Sumarestamultiplicación y división –las famosas cuatro reglas, vamos- son operaciones elementales quedebe saber aplicar todo ciudadanoy de las que quienes se dedican a la política sólo parecen dominar dos: las de restar y dividir. Saben éstos, por ejemplo, dar múltiples soluciones a problemas como los siguientes: “Si el PIB nominal de España asciende a un billón y pico de euros, ¿Cuántos cientos de miles de millones de euros podemos restar o sustraer del mismo, vía tributos y deuda pública, para gastarlo en lo que nos plazca?”; o este otro: “Si recibimos un país en paz de más de medio millón de kmy másde cuatro decenas de millones de habitantes, ¿en cuántas circunscripciones autonómicas podemos dividirlo para enfrentarlas entre sí y lograr la máxima ineficiencia y descoordinación económica posibles?”. Pero de lo de sumar y multiplicar, nuestros políticos no parecen saber nada; como no sea en lo relativo a los gastos y a los parados. En eso sí saben hacerlo, y lo hacen a conciencia. Otra de las elementales operaciones que desconocen nuestros rectores de la cosa pública (¡ay! venerable Enciclopedia Álvarez) es la de reparto proporcional, directo e inverso, tan útil para resolver sencillos problemas de justicia distributiva. Pero enseguida volvemos a esto de la aritmética.

Otra vez los manejos detrás del biombo

La renuncia de Benedicto XVI, la elección del papa Francisco, el desastre chipriota –y las preocupantes expectativas que el mismo genera-, la imputación de la infanta Cristina, los eregates,barcenasgatesgurtelgates y, en fin, la concurrencia de tantos acontecimientos de amplia y resonante cobertura mediática, están sirviendo de biombo tras el cual la política del viejo juego napolitano (“yo te doy una cosa a ti, tú me das una cosa a mí…”) progresa discreta e irreversiblemente. Los periódicos del día daban la noticia de un hecho acaecido el lunes de la pasada semana –hoy es Viernes de Pascua- con ligeros matices, pero con denominador común: “Rajoy y Mas se reúnen en secreto y pactan reducir el déficit catalán”; “[…] cita a escondidas [entre Rajoy y Mas]”; “Mas hizo un viaje a Madrid en coche, ida y vuelta el mismo día, para evitar filtraciones”. Y, lo que es más elocuente, “el periódico global en español” (antes “independiente de la mañana”, por lo visto) no dijo de tal hecho ni pío, a no ser que lo relegase a algún rincón de sus páginas más discretas. Es sabido, vivimos en unademocracia parlamentaria en la que nada se sustrae a la luz y los taquígrafos.

El caso es que los de Eurostat han pillado al Gobierno haciendo alguna bellaquería contable detrás de la puerta, que es cosa distinta de lo del biombo, aunque no le anda muy lejos. Viejo truco el de jugar a conveniencia con los criterios jurídico o deldevengo y económico o de caja, a la hora de tomar cuenta de los derechos (cobros) y de las obligaciones (pagos) correspondientes a los ingresos y gastos públicos. De manera que, se diga lo que se diga –y para encontrar justificación a estas operaciones de “cosmética presupuestaria” siempre cabe esgrimir especiosos argumentos, como los aducidos por el señor Martínez Pujalte-, el déficit de nuestro sector público correspondiente a 2012, cifrado oficialmente en el 6,74% del PIB, ha sido corregido al alza, en contra de lo que inicialmente previó Hacienda con optimismo, hasta el 6,98%, al eliminar de dicho ejercicio los ingresos en él contabilizados como tales, pero pendientes de ser reintegrados a los contribuyentes en concepto de ingresos indebidosNihil novum sub sole, que decían los latinos.

De vuelta a la aritmética elemental… y a la política trilera

En el último Consejo de Política Fiscal y Financier (CPFF), el ministro de Hacienda, que ha aprovechado la ocasión para recordarnos que “[…] el Estado de las Autonomías es viable y gobernable […]” (así, como lo oyen), se ha comprometido también a “flexibilizar” los objetivos de déficit máximo a las comunidades autónomas para 2013, en cuanto Bruselas confirme que da más margen a España en relación con su propio déficit fiscal tolerable. Se ha hablado así dedéficit “a la carta”, “a medida” o “diferenciado” para cada comunidad. Naturalmente, la reacción no se ha hecho esperar. Las comunidades que han cumplido con el objetivo de déficit fijado para ellas en 2012 (todas menos cinco: Cataluña, Andalucía, Murcia, Comunidad Valenciana y Baleares) no entienden tal discriminación, máxime cuando algunas, como la de Madrid, van a ver minorados sus ingresos porque así lo van a ser las transferencias debidas, que reciben del Estado. Madrid, Aragón y Castilla-León, “plantan cara al déficit ‘diferenciado’”. La cosa es notableNo sólo porque parece que va a discriminarse –positiva y negativamente- en contra de las cumplidoras, sino porque va a primarse a las que no lo han sido, ni apuntan a serlo. Además, tampoco parece que haya intención de confeccionar la “carta” de déficit para las distintas autonomías en función de la “calidad” de sus gastos (mayor o menor necesidad de los mismos), ni de la previsibilidad de buena parte de sus ingresos, ya que la heterogeneidad de sus respectivas estructuras socioeconómicas implica programas de ingresos-gastos (es decir, de presupuestos) igualmente diversos. Por ello digo que no sólo es preciso saber sumar y restar correctamente sino, también, algo de repartos proporcionales. Y son varios los parámetros a tener en cuenta para llevar a cabo racionalmente tales operaciones. Aludo sólo a criterios de razón por no apelar a criterios de estricta justicia.

Un Gobierno cornudo y apaleado

Nadie discute la objetiva dificultad de repartir una menguada manta entre tantos y tan pródigos necesitados. Así son los problemas que plantea este “viable y gobernable” Estado de las Autonomías, al decir del ministro Montoro. La cuadratura delcírculo, no ya la de la “carta” de déficit, sino la de lograr un sistema de financiación autonómica que garantice la equidad –vertical y horizontal- y propicie eso que llaman la “solidaridad interterritorial” (como si esta elevada virtud fuese cosa propia de los territorios y no de las personas que los habitan), es tarea imposibleSi, como se viene exigiendo, ese sistema ha de lograrse multilateralmente con claridad y transparencia; si el mismo ha de suministrar los recursos suficientes con equidad tanto en su obtención como en su reparto; si han de premiarse las políticas de austeridad que atiendan a lo que es realmente necesario; si, en fin, han de preservarse la solidaridad y el sentido de colaboración entre todas las partes;  si han de cumplirse todas estas condiciones, repito, entonces es imprescindible otra forma de organización política y administrativa, otra configuración del  Estado como servidor del común. Decía el artículo 13 de la Constitución de 1812 que “El objeto del Gobierno es la felicidad de la Nación, puesto que el fin de toda sociedad política no es otro que el bienestar de los individuos que la componen”. Amén.

La cosa, sin embargo, excede de lograr un sistema de financiación simplemente justo para todos. Lo dramático son la bellaquerías políticas y financieras amañadas detrás de la puerta entre el Gobierno y la Generalidad catalana. Cuando los papúes de Nueva Guinea no sabían contar más que hasta tres unidades, para cualquier cantidad que excediera de ellas utilizaban la palabra “muchos”. Y muchos, incontables, son los recursos cedidos y a ceder por el Estado a los separatistas del señor Mas y compañía, a cambio de su constante chantaje y de su desprecio a la legalidad vigente, ordinaria y constitucional. Son los inconvenientes de la ignorancia no sólo aritmética sino política de UCD, PSOE, AP y PP. Porque los recursos que los nacionalistas exigen, antes que a tapar los agujeros de su deplorable y corrupta gestión, van a ir a la “conceptualización, planificación, coordinación y dirección técnica del tricentenario de la pérdida de las libertades catalanas”(sic); a la creación y mantenimiento del Consejo de Transición Nacional Catalán; a la inmersión lingüística; al despliegue diplomático  universal de casaca y barretina; etc., etc.. Estremece leer lo que ha dicho Boadella:“Cataluña es irrecuperable y en 3 o 4 años será independiente”. No lo creo, sinceramente. Pero de lo que estoy seguro es que nos va a costar la hijuela a todos los demás, gracias a este Gobierno y a sus predecesores. ¡Ah! y a que la Constitución del 78 es ya papel mojado.

 

Desde la Tarima, en Vozpópuli

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