Javier_Torrox

JAVIER TORROX.

La humanidad ha mejorado sus condiciones de vida a lo largo de cientos de miles de años. Este proceso gradual no se ha detenido nunca. Nada nos indica que este camino haya concluido o que ya hayamos llegado hasta donde es posible llegar y que no hay nada más. Muy al contrario, cada generación es responsable ante sí misma y ante sus hijos de dejar un mundo mejor que el que recibió. No se trata tanto de dejar riquezas a los que han de venir después como de establecer los medios para que éstos, todos, puedan ganarse el sustento con dignidad y en libertad. Es nuestra responsabilidad. Es nuestro deber.

Hoy contemplamos cómo la corrupción moral y también la económica lo han emponzoñado todo y han cubierto de podredumbre todas las instituciones, desde la Corona hasta el último Ayuntamiento. Pero hay esperanza. Y la hay porque no existe un ciudadano de bien que no sea consciente de esta realidad. Conocedores del diagnóstico, sólo nos quedará aplicar soluciones.

La primera es la derogación inmediata del sistema electoral proporcional (fuente de toda corrupción) y la adopción del sistema mayoritario uninominal por distrito con la elección por mayoría absoluta de un único diputado por cada distrito electoral de 100.000 habitantes. Esta sencilla medida -unida a la prohibición de la financiación pública de partidos, sindicatos y patronal- arrebatará el poder a los partidos y se lo dará a los ciudadanos.

La ingobernabilidad italiana nos acecha. La solución es la elección libre, directa y separada del presidente del Gobierno en circunscripción única y por mayoría absoluta a doble vuelta. Es tan inadmisible como repugnante que unos diputados de partido -asesinos de la representación política- tengan el poder de imponer el Gobierno a los gobernados. Sólo los electores son los legítimos depositarios del poder de elegir al Gobierno.

Existen las soluciones. Hay esperanza.

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