Manuel Ramos

MANUEL RAMOS.

Sobre la representación política (que no jurídica) es importante comenzar por decir que la política es la ciencia del poder y el poder se ejerce si es efectivo. No vale un papel o una palabra si no se puede mantener lo escrito o lo dicho. Por lo tanto, para ejercer fuerza hacia el poder, se debe encontrar la manera desde la sociedad civil en que esa fuerza sea efectiva.

El individuo no tiene fuerza necesaria, como creyó la Revolución Francesa. Tampoco la clase social colectiva, como creyó la Revolución Rusa. Tampoco la familia, el sindicato y el municipio, como creyeron los fascistas. Esa unidad tiene que poder producir efectos en la configuración y funcionamiento del Estado. La fórmula más aproximada es el distrito electoral que, mediante su diputado, envía a la Asamblea Nacional su fuerza respaldada por unas elecciones uninominales, mayoritarias con mandato imperativo. Eso sí tiene fuerza. Eso sí es política.

Otro tema es que lo que piense un individuo pueda ser más acertado o tener más o menos criterio. Pero las opiniones no valen. El voto individual no tiene fuerza ninguna frente a toda la sociedad. Sólo es en la representación donde se pueden defender las ideas en la sociedad actual.

Representante de distrito

Siempre habrá opiniones diferentes. Raro será que no las haya. Pero para tomar decisiones en conjunto es necesaria una estrategia comandada por los más experimentados en la ciencia del poder. El obrero, el tendero, el abogado o el estudiante no tienen porqué saber los últimos detalles de estos asuntos pues requieren dedicación, compromiso y pericia. Es igual que cuando se forma un equipo. Nacen los talentos naturales porque somos diferentes. Iguales ante la ley pero diferentes individuos. Cada uno tenemos que desempeñar nuestra vida con la mayor libertad posible y para eso necesitamos organizarnos y separar los poderes. Sólo así nuestro representante entenderá que tiene que ser fiel a lo que se ha comprometido.

Hoy día algunos sugieren que las nuevas tecnologías aplicadas a las técnicas de elección podrían suplir ciertos aspectos de la vida democrática. No estoy diciendo que no puedan convivir algunos mecanismos de democracia directa con la representativa. Todo lo contrario. Pero el gobierno de un país, por un lado, y la elaboración de leyes, por otro, escapan al método asambleario o el directo. No se pueden tomar decisiones colectivas. Eso no existe. Las decisiones las toman los individuos. Los colectivos se manifiestan votando y ese voto se convierte en fuerza.

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