Roberto C. Insua

ROBERTO C. INSUA.

La marca España es difundida internacionalmente por la protesta continua, el desempleo, la pobreza, la corrupción y la merma de los derechos sociales.

El Estado español representado pésimamente por el capitalismo salvaje, reflejo de la política indecente, oscura y de clientelismo político, despierta la crispación de millones de desempleados y subempleados, que se organizan y movilizan convencidos de que el Gobierno está violando sistemáticamente los derechos humanos.

Soportamos la gestión de políticos que aumentan sus tiempos de comparecencia en discursos vacíos y que se niegan a dar respuestas claras, ocultando desde la desfachatez y la prepotencia sus miserias; son los nuevos esclavos del poder, de la hipocresía o de la  pasividad manifiesta ante el sufrimiento de la población, y tienen por  objetivo preservar su status a nuestra costa. Este absolutismo político actúa de persuasivo de antivalores humanos y en consecuencia de la degradación del código ético de la sociedad.

Los dirigentes políticos que prevarican y/o malversan los bienes públicos, endeudado las instituciones y transfiriendo la carga a los ciudadanos, han predispuesto a las naciones a la globalización neoliberal asimétrica, compleja y violenta, y son los máximos responsables de la desafección política. Por tanto, estos políticos con mayores cuotas de poder tienen que ser sustituidos por personas éticas, comprometidas con la sociedad civil, que demuestran tesón y confianza en la necesidad de un  liderazgo veraz y responsable ante  las emergencias sociales.

El activismo social promueve historias épicas, que con la fuerza de la verdad y la justicia, lanza reivindicaciones que retornan la esperanza de los débiles en la construcción de la regeneración democrática.

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