Roberto Centeno

ROBERTO CENTENO.

Definía la pasada semana a Mariano Rajoy como un pusilánime y un incapaz del que no se conoce que haya dicho una sola verdad ni que haya cumplido una sola promesa. Prometió crecimiento y tenemos más recesión. Prometió crear empleo y tenemos más destrucción que nunca. Prometió que el innecesario rescate de las cajas no costaría un euro a los contribuyentes y nos está costando decenas de miles de millones. Prometió competencia y ha consolidado los oligopolios. Prometió credibilidad  y respeto a la legalidad y la inseguridad jurídica de contribuyentes, empresas y ciudadanos es enorme, ya que depende sólo de la conveniencia política. Hasta ha roto la tradición de secreto de la Agencia Tributaria, algo inimaginable en un país civilizado. Bloomberg explicaba el jueves la preocupación de los inversores por la falta de seguridad jurídica y cómo están deshaciendo su exposición a España, que se ha convertido en una monarquía bolivariana.

Según la última encuesta del CIS, Mariano Rajoy inspira poca o ninguna confianza al 82,1% de los españoles, todo un récord para una persona que pasó su campaña afirmando que era alguien previsible en quien se podía confiar. Pero además, al contrario que Zapatero y sus secuaces, que jamás supieron por qué España crecía y mucho menos por qué se hundía, estos saben el daño que sus políticas están produciendo. Para que tengan una idea de lo que son capaces para mantener el nepotismo, el tráfico de influencias y la malversación de caudales públicos que son la esencia misma del Estado de partidos, uno de los temas más comentados entre  miembros del Gobierno es el llegar a la “presión fiscal óptima”, un eufemismo para el nivel anterior al que se produciría una revuelta social. La crisis no es una cuestión pasajera, como pensaron millones de españoles hoy empobrecidos de por vida. La crisis es el sistema o, en palabras del profesor Argandoña del IESE, citado por The Economist,: “Han creado un monstruo que nos devorará a todos”.

Es cierto que recibirían un desastre como herencia, pero han conseguido lo que parecía imposible: que las cosas empeoren sustancialmente. Dicen que han sembrado las semillas de la recuperación y que sólo hay que esperar a que den fruto. Es casi imposible una afirmación a la vez tan falsa y tan perversa. Falsa, porque lo que han sembrado son las semillas del desastre, y perversa por lo que supone de engaño consciente a un pueblo expoliado y empobrecido. En el año que llevan al frente del Gobierno, nunca antes las familias españolas vieron destruido un porcentaje tal alto de su riqueza, más del 20%. Nunca antes vieron una reducción tan enorme de su renta real, consecuencia de los recortes salariales y de las mayores subidas impositivas de nuestra historia. Nunca antes estuvo el dinero tan mal repartido. La brecha entre ricos y pobres es la mayor de toda la Unión Europea.

Los pensionistas: las próximas grandes víctimas

En medio del tsunami de acusaciones de corrupción –como si la corrupción y el tráfico de influencias en todas las instituciones desde la Corona a los Ayuntamientos, pasando por el Gobierno, fuera algo que necesitara demostración–, la pasada semana pasaron totalmente desapercibidas dos noticias económicas trascendentales. La primera, que el número de cotizantes a la Seguridad Social se ha reducido en enero en más de un cuarto de millón –¡en un solo mes!–, y en casi 800.000 a lo largo de 2012. La segunda, que los pasivos circulantes, o sea, la deuda pública total, superaban a fin del tercer trimestre el billón de euros, una cifra inasumible para los españoles y completamente imposible de devolver.

La pérdida de 263.000 cotizantes en 31 días es la puntilla, no sólo por lo brutal de la cifra, sino por la tendencia que demuestra. Y  supone pura y simplemente que el actual sistema de pensiones es ya totalmente insostenible. En 2007 el número de cotizantes era de 19,2 millones y el de pensiones contributivas de 8,3 –una media de 2,31 cotizantes por pensión–. Desde entonces se han perdido más de tres millones de cotizantes y en el momento actual el número de cotizantes por pensión es de 1,75, muy por debajo del límite de sostenibilidad, que se estima en 2. En 2012 el déficit oficial de la Seguridad Social ascendió a 10.500 millones de euros, cuatro veces más que en 2011. ¿Y esto qué significa? Pues que en algún momento del año actual aparecerá el señor Rajoy y nos dirá: “Lo siento, pero no hemos tenido más remedio que bajar las pensiones”. Aunque lo más probable es que lo haga sin decirlo.

Lo que no dirá es que esto sucede porque no está dispuesto a cambiar un modelo de Estado que supone el despilfarro del 10% del PIB anualmente, y lo que tampoco dirá –y la oposición y los sindicatos vendidos silenciarán– es que entre 1985 y 1996 el Gobierno socialista utilizó 250.000 millones de euros de cotizaciones sociales en financiar el gasto del Estado, que si se hubieran colocado como era obligado en una caja separada, entonces inexistente, servirían para mantener el sistema de pensiones 20 o 30 años más. Los pensionistas actuales perderán probablemente como media un 20% de su poder adquisitivo en los próximos dos años, o el 40% si nos intervienen. Y para los activos actuales será mucho peor. Van a acabar cobrando una pensión, si es que cobran alguna, de menos de la mitad de lo que supone que les tocaría cobrar.

Una deuda pública insostenible

El pasado martes se conoció también otra cifra esencial de nuestra economía: los pasivos circulantes. Estos pasivos representan la deuda total del sector público, no sólo la llamada computable, que es una convención contable de los burócratas de Bruselas y que sólo representa una parte del total. Como explicaba Carlos Sánchezcon todo  detalle, la deuda de las Administraciones Públicas ascendía a 1,015 billones de euros a septiembre (1,07 billones extrapolados a fin de 2012), que si hacemos como que nos creemos la cifra de PIB oficial, representará el 102,8% del mismo y el 118% del PIB real estimado a través de sus componentes. Y de nuevo, como ocurre con el crecimiento y con la destrucción de empleo, lo peor no es la cifra en sí, que también, sino su velocidad de crecimiento. Y así, en el tercer trimestre de 2012, el incremento de la deuda fue tres veces superior al mismo periodo del año anterior, y el crecimiento interanual ha sido de 126.234 millones, la cifra más alta conocida jamás.

No sé si se dan cuenta de lo que significa esta cifra alucinante. Lo primero, que nos hemos tenido que endeudar en el equivalente al 80% de la recaudación total por impuestos, incluidas las participaciones de las comunidades autónomas y corporaciones locales en el mismo periodo. ¿Alguien en su sano juicio cree que esto se puede devolver? La segunda, que los pagos de intereses se van a las estrellas y superarán los 44.000 millones de euros en 2013, frente a los 36.460 previstos en los Presupuestos Generales del Estado. La tercera, que no sólo crece la deuda, sino también los avales –casi todos a la banca–, algo que estos insensatos que nos gobiernan reparten como si fuera el confeti de Ana Mato, y que a fin 2012 ascendían a 170.291 millones de euros, de los que probablemente la mitad, unos 85.000,  se convertirán en deuda.

Me decía Alfonso Merlos en su programa Al día en 13tv que todos los políticos del Partido Popular con los que hablaba se mostraban muy ufanos porque habían alejado la posibilidad de un rescate y me preguntaba mi opinión. No conocía aún los datos del Banco de España sobre la deuda, pero el tema es obvio: o los citados políticos son tontos de concurso o son unos mentirosos compulsivos. No es sólo que nos tendrán que rescatar, es que ahora el rescate es ya imposible sin una quita de deuda a la griega. Es algo que pueden ver hasta los niños de primaria. En el verano de 2012 el tipo de interés a diez años llegó a superar el 7% y ahora se ha reducido hasta un 5,47%, que sigue siendo inasumible. ¿Acaso ha mejorado nuestra situación económica desde esa fecha? En absoluto. Todo ha empeorado considerablemente. Caemos el doble de rápido, se destruye dos veces más empleo y la deuda es casi 100.000 millones mayor. Y entonces, ¿por qué ha bajado el interés o, si lo prefieren, la prima de riesgo? Pues muy sencillo. PorqueDraghi anunció que pondría el dinero que hiciera falta para sostener a estos insensatos.

Pero ahí los tienen, endeudando a los españoles al ritmo de 5.000 millones por semana y siempre a tipos de interés mayores –en la última subasta del jueves los tipos de interés se han incrementado notablemente en todos los tramos, hasta casi un punto adicional– para financiar gasto corriente. Ni un solo euro para la economía productiva o las familias, algo que arruinará el futuro de varias generaciones, aunque esto a Rajoy y sus secuaces les importa tres pimientos. Y la gran pregunta es: si el incremento de la deuda 2012 del conjunto de Administraciones Públicas será casi de 130.000 millones de euros –que es la prueba del 9 del déficit, porque las cifras parciales son incomprobables–, ¿cómo comprobar que los déficits de comunidades y ayuntamientos son los que dicen, si han mentido siempre? ¿Van a tener la desvergüenza de contarnos que el déficit 2012 es solo del 7%?

Pero si la señora De Cospedal, que piensa que los españoles somos imbéciles, pasa en solo 48 horas de “que cada palo aguante su vela” a “todo es mentira”; si el señor Rajoy se pasa por la barba las pruebas de la Policía y la opinión aplastante de los ciudadanos y, cual  tirano tercermundista, se autoproclama juez supremo diciendo que su obligación es “ser justo” y Ana Mato “es inocente porque se lo merece”, ¿qué no van a ser capaces de hacer con las cifras de un déficit vital para ellos y que nadie puede comprobar? Y si se puede comprobar les da igual, ya que excluyen los 40.000 millones del rescate bancario porque es coyuntural, pero incluyen los ingresos por ventas de activos como en Cataluña como estructurales. “¡Hemos reducido el déficit estructural en X puntos!”, nos dirá Rajoy. ¡Mentira! Lo han manipulado en X puntos y, cuando dentro de unos meses se sepa que es dos puntos mayor, pues no pasa nada. Como pasó en 2012 cuando en abril, “después de un análisis exhaustivo”, Montoro juró por su honor que el déficit de 2011 era del 8,5%, y pasó al 10,5 % en noviembre.  Y tampoco pasó nada.

Como explica el último The Economist, que detalla a los inversores internacionales el significado de la palabra ‘chorizo’, un Rajoy “visiblemente nervioso” ante la señora Merkel negó la veracidad de los papeles de Bárcenas “excepto en algunos casos”. Una canciller fría y cortante le espetaría: “Olvídese de Bárcenas y profundice la austeridad”. Es decir, siga subiendo impuestos, recortando pensiones, eliminando prestaciones sociales esenciales como la dependencia y lo que sea menester. Así que ya saben lo que les espera. Y mientras tanto la señora Mato despilfarra 5.000 euros en confeti en el cumpleaños de su niño; más de dos millones de otros niños españoles, según UNICEF, viven ya en la miseria. No tienen ni vergüenza ni perdón. La indignidad y la cobardía de Rajoy y su incapacidad para gobernar su propia casa en plena guerra civil luce estos días sus mejores galas.

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