Paco Corraliza

PACO CORRALIZA.

Cuando la Psique racional-idealista de Kant tomó asiento en la «Teo-cátedra» extra-universal de Descartes pretendió racionalizar las costumbres (la moral). Al exaltado «Hombre-Homo» metafísico que Kant fabrica le confiere el «poder-hacer» de promulgar «leyes universales» fundadas en una monomaníaca Razón y unos megalómanos «fines universales». Ahora bien, la buena intención de Kant, su exhaustiva y sincera meticulosidad, le obligaron a establecer una intransigente restricción, de carácter uniformador y, en suma, totalitario: “si abstraemos la diversidad personal de los seres racionales y el contenido de sus fines privados”(1). Eso es equivalente, por imperativo racional, a fugarse del mundo existente y laminar la esencial singularidad de cada persona (tópica, psico-física y espiritual).

El metafísico Kant aterrizó, por tanto, en el reino ficticio de los conceptos, donde reinaría, como «el Uno» o «Único anti-Ser», su “jefe de un reino de fines(1). Éste es ya su «Homo-Atónomo» o «Mono-Ántropo» convertido en fin de sí mismo (en auto-antropófago por tanto).

Nietzsche, un filólogo filósofo que no se andaba con inútiles rodeos, vio con claridad el implacable «despotismo de los conceptos», aunque no se refiriese a personas igualadas (ninguneadas): “todo concepto se forma igualando lo no-igual(2). En el caso de Kant, aniquilando la estricta, fértil y fructífera desigualdad que existe y siempre existirá entre cualquier TÚ y cualquier YO; tan dignos este YO como aquel TÚ. Dignidad que, justamente, al ser reconocida por ellos entre sí («Inter-esse») aparece y los alumbra. Salvo por ellos mismos, nadie debería concederla ni desmentirla; tan solo reconocerla. ¡Y TÚ la negaste para todos, Immanuel Kant, con tus ciegas razones!

El amigo Friedrich se tomó, con todo acierto, muy seriamente, la cuestión de la moral de los seres humanos. Dejó escrito (1887): “yo creo que no hay nada que merezca más [que la moral] ser tomado en serio”(3).

Y Nietszche, el mismo que llamaba “viejo” (3) a Kant con ciertos regusto y desprecio, fue, sin embargo, quien mejor comprendió el árbol de la Razón (de muerte) que Kant dejó plantado: “Entonces descubriremos, como el fruto más maduro de su árbol al individuo soberano, sólo igual a sí mismo, que ha vuelto a liberarse de la moral de las costumbres, al individuo autónomo, colocado por encima de la moral (ya que «autónomo» y «moral» se excluyen entre sí) […]. Descubriremos al hombre de voluntad propia duradera, el que puede hacer promesas  y en él hallaremos una conciencia orgullosa , que vibra en todos sus músculos, de lo que se ha acabado consiguiendo y se ha encarnado en él, una verdadera conciencia de poder y de libertad un sentimiento de plenitud del hombre en cuanto tal” (3). No, no te separaste del “viejo” Kant, amigo Friedrich, te lo tomaste, con franqueza, vigor y seriedad, al pie de la letra; letra escrita con tinta de sangre; tinta que el siglo XX convirtió en metastásica gangrena. Un cáncer «psiquista»: eso es ahora y eso entonces era.

¿Y a Shopenhauer, le comprendió Nietzsche? Le comprendió perfectamente y se deshizo, inteligente, valiente y consecuentemente, de su ficticio y racionalmente inventado “esse”-(«homo») metafísico. Habla Friedrich: “no hay «ser» [esse] alguno detrás del hacer, del actuar, del devenir; «el agente» es algo ficticio que se añade al hacer; todo se reduce al hacer.” (3)

En términos moral-políticos (o sea, en términos relativos a la conjunción verdad/libertad), no creo que jamás nadie haya sintetizado mejor, con tan pocas palabras, a estas cuatro monomaníacas Psiques galopantes: Descartes—Kant—Hegel—Shopenhauer, es decir: «yoica soberbia racional», «ceguera psiquista-racionalista», «Poder-hacer-(Estado-Dinero)» y «voluntad monomaníaca». Ya sólo faltaba, como quinto jinete, la consideración de la necesidad material como vinculada a la injusticia del Poder (Estado-Dinero), confundiendo, además, Poder con Política (¡como si pudiera existir en este mundo algún Poder justo!; ¿qué es ser justo?). Ahí emergió la Psique de otro alemán: Karl Marx, asistido por su compatriota Friedrich Engels. Marx, por si no fuera suficiente la desmembración monomaníaca e individualista de la Comunidad Política llevada a cabo, entre bambalinas, por el pensamiento racional y, en el escenario nacional, por la Revolución-Reacción francesa; digo, por si eso fuera insuficiente, Karl Marx distribuyó la atomizada y caótica masa de indiferenciados y «yoicos yoes» en clases estancas y enfrentadas entre sí, repartiendo dignidad a su antojo materialista, monocular y «psiquista». Así, el ya previamente debilitado reconocimiento mutuo interpersonal [“Sobre la Libertad (I): Reconocimiento”], quedará práctica e ideológicamente imposibilitado por completo.

Repito que llevamos, por todo eso, casi 250 años despertándonos cada día en una deshumanizada, desarmonizada e involutiva noche anti-política sin Libertad; en un ciego y «psiquista» agujero; en un venenoso avispero harto de palabras, fugitivo de hechos y ayuno de Verdad.

¿Quién cumple, de manera fenomenal, en la realidad, en nuestro día a día, con la flagrante contradicción nietzschetista entre «individuo soberano» y «agente ficticio» que nada es pero no para de hacer con su «poder-hacer», haciéndose «ilegítimas pero legales promesas a sí mismo»? La respuesta está al alcance de cualquiera: se llama indiviso Poder, se llama impersonal Estado endeudado y burocrático, se llama Dinero estadolátrico; se llama Estado-Dinero elefantiásico. ¿Y las personas? Las personas, como fórmicos enjambres de especímenes del género hormiga, enfrentadas en millones de interpersonales desencuentros incesantes, mientras entreven, ciegas de pavor, cómo se cierne sobre ellas una sombra amenazante; la sombra impersonal de aquel imponente elefante.

Como se ve, amigos, las circunvoluciones racionales nos han conducido, como los hechos reales de la roussoniana Revolución-Reacción francesa [“Liberación de la Libertad (V)”], a toparnos de bruces, de nuevo y de lleno, con los cuatro galopantes lobos reaccionarios enemigos de la Libertad [“Contralibertad y Regreso”].

 

(1) KANT, Immanuel. “Fundamentación para una metafísica de las costumbres”. “Tránsito de la filosofía moral popular a una metafísica de las costumbres”. Alianza Editorial, S.A. 2012. [Ed. original: 1785].

(2) NIETZSCHE, Friedrich. “Sobre verdad y mentira en sentido extra-moral”. Efitorial Diálogo, S.L. 2000. [escrito en 1873].

(3) NIETZSCHE, Friedrich. “Genealogía de la moral”. “Los conceptos de Bueno y Malvado y de Bueno y Malo”. Edimat Libros, S.A. 1998. [escrito en 1887].

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