Jose Maria Alonso

JOSE MARIA ALONSO.

La escuela de Leópolis-Varsovia existió durante el periodo de entreguerras del siglo XX. Estuvo integrada por un un grupo de lógicos y filósofos polacos que trabajaron durante dicho período en las ciudades que le dan nombre, así como en Cracovia.

Su fundador fue Kazimierz Twardowski y sus pensadores más destacados fueron  Tadeusz Kotarbiński, Kazimierz Ajdukiewicz, Tadeusz Czeżowski, Stanisław Jaśkowski, Czesław Lejewski, Stanislaw Leśniewski, Jan Łukasiewicz y el varsoviano Alfred Tarski, quien da título a este artículo.

Las características principales de los pensadores de la escuela se pueden resumir en tres puntos:

  1. negación del irracionalismo y uso de la lógica matemática para precisar los fundamentos del racionalismo;
  2. investigación exacta de la lógica del razonamiento científico;
  3. interés por la semántica lógica.

 

Como en el anterior artículo intenté resumir la trayectoria y los principales fundamentos del pensamiento de Tadeusz Kotarbiński, en éste procuraré trazar los principales rasgos del pensamiento de Alfred Tarski y su interés por el tercer punto de las mencionadas características, la semántica lógica, e intentaré establecer una conexión con la irracionalidad y el desprecio a la verdad que reina hoy en día en los órganos y medios de comunicación de la oligocracia de partidos bajo la que se encuentran la mayoría de los países europeos, España entre ellos.

Alfred Tarski se preocupó de la Verdad, uno de los principios que informan el Movimiento de Ciudadanos para la República Constitucional y en cuyo Diario que es a la vez uno de sus órganos de expresión se inserta este artículo. Como ya dijera Aristóteles en su obra ¨Metafísica¨: Decir de lo que es que no es y de lo que no es que es, es falso; y decir de lo que es que es y de lo que no es que no es, es verdadero. Para adaptar las palabras de Aristóteles a una terminología filosófica más actual, podríamos decir que la verdad de una oración consiste en su adecuación (o correspondencia) con la realidad. Y, finalmente, Tarski diría que una oración es verdadera si designa un estado de hecho existente.

Utilizando la lógica de Tarski, empezaré por un ejemplo concreto que me parece pertinente. Consideremos la oración ¨En España rige un sistema democrático¨. Nos preguntamos bajo qué condiciones esta oración es verdadera o falsa. Está claro que si nos basamos en la concepción clásica de la verdad, tendremos que afirmar que la oración es verdadera si en España rige un sistema democrático y es falsa si en España no rige un sistema democrático. De tal forma que, si la definición de verdad se tiene que conformar a nuestra concepción, tiene que implicar la siguiente equivalencia:

La oración ¨En España rige un sistema democrático¨ es verdadera si y sólo si, en España rige un sistema democrático.

Ésto, que parece una obviedad, no lo es tanto, pero para no extender el artículo más de lo necesario no profundizaré en la lógica formal de Tarski. Baste decir que el entrecomillado que aparece a la izquierda hace de la oración un nombre, mientras que a la derecha tenemos la oración. A la izquierda existe una suposición material y a la izquierda una suposición formal.

Para que del nombre de la oración se pueda predicar que es verdadero, ha de entenderse el significado semántico que designe, satisfaga y defina a la oración. En el ejemplo que nos ocupa, la única definición cierta y científica de democracia nos la proporciona el pensador español Antonio García-Trevijano Forte, quien establece que para que un sistema sea formalmente democrático ha de estar definido por, y debe satisfacer o cumplir las siguientes condiciones: Que sea representativo de los electores o gobernados, y que los tres poderes –Legislativo, Ejecutivo y Judicial- estén separados en origen (que sean designados en elecciones diferentes).

De manera que siguiendo el camino lógico que nos conduce por la senda de la semántica que nos propone Tarski, podemos inferir que todo aquél que diga o escriba hoy en día oraciones como ¨En nuestra democracia…¨, ¨La democracia en España nos permite…¨, ¨En una democracia como la española…¨ y todas las que estamos acostumbrados a leer y escuchar, está faltando a la verdad, y es por tanto un mentiroso. En otras palabras, está diciendo de lo que no es que es, está diciendo algo que  no se corresponde con la realidad y que para colmo no designa un estado de hecho existente, puesto que en el sistema que rige en España no están representados los electores, sino los jefes de los partidos que componen las listas electorales y no existe una separación de poderes en origen, puesto que es el Poder Legislativo el que designa al Ejecutivo y es el Poder Ejecutivo el que impone su mandato imperativo al Legislativo a través de la disciplina de partido, quedando la composición del Consejo General del Poder Judicial al albur de lo que propongan los jefes de los partidos políticos inclinando la balanza de Themis con los pesos bastardos de sus cuotas de poder.

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