Teodoro León Gross

TEODORO LEÓN GROSS

El PSOE anda tanteando el federalismo. Un federalismo asimétrico sin asimetrías. Un federalismo que no sea exactamente un federalismo. Quizá tipo confederación de federaciones afederadas. Un modelo federal sin el corsé del modelo federal. Un sistema federalizable sin federar. Una seudosemifederación. O una seudosemisubfederación. O algo así. Todo suena a fistrofederalismo de la pradera.

El PSOE definitivamente parece no saber lo que propone. Ese baile de modelos delata un vacío ideológico, una esquizofrenia con las señas de identidad plasmadas en semejante popurrí de etiquetas; en definitiva el vértigo creciente de haber perdido el sitio. En su último programa electoral ya se tapaban tras una cortina retórica de humo: «La cultura federal es el sistema de gobernanza multinivel que mejor responde a los desafíos en las sociedades complejas y democracias avanzadas; pero no es una técnica de descentralización, se trata de una filosofía política basada en el pacto que supone un ejercicio de radicalidad democrática». Esa jerigonza hueca, esa verborrea de blablablá, es un retrato cruel de la situación. En la campaña catalana, ninguno de sus dirigentes, desde el nº1 al último, supo explicar qué entendían por federalismo. Ahora Griñán vuelve con la nación de naciones. Pero naciones que no sean naciones. Quizá nacionalidades autonómicas. O autonomías nacionales. O una nación de autononaciones. O una autonación de fedenaciones. O una fedenomía de autonacionalidades. Al final solo es cháchara inútil para ocultar, tras esos cantos de sirena, la pérdida de identidad ideológica.

Claro que la izquierda chapotea en el ecosistema propicio de una España atrapada en el aquelarre perpetuo de sus demonios. Neocentralismo. Neonacionalismo. Recentralización. Tensión periférica. Regionalismo particularista. Soberanía identitaria. Segunda autonomización. Singularidad federal. Lealtad secesionista. Independencia parcial. Estado sin estado. Hay que ser un país muy rico para dedicarse a la taxonomía constante de la identidad; a la entomología conceptual del territorio. Un país muy rico; o muy estúpido. En definitiva los países ricos dejaron de preguntarse estas cosas en el siglo XIX.

Aquí, a falta de política, semántica. A falta de ideas, nominalismo. Incluso bajo el plomo de la crisis, las etiquetas se han convertido en la coartada para sostener una efervescencia sentimental. El ‘derecho a decidir’. La asimetría legal. El café para todos. El patriotismo inconstitucional. Y ahí, más que nadie, la izquierda ha naufragado.

Al final el PSOE parece decidido a llenar un vacío; pero solo el que dejó Chiquito en los escenarios. Federalismo diodenal de epitikanemor e kan. Jarlll.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí