Vuelve el programa matinal de LCTV “Monólogos en Somosaguas” con Adrián Perales y las reflexiones de Antonio García Trevijano. Hoy hablan de una de las setenta pasiones más visibles de la transición que el autor presenta en su libro “Pasiones de Servidumbre” la pasión de olvidar. El olvido no es casual, hay una explicación de porqué se olvidan cosas. Desde Freud, y estudios psicológicos posteriores, se conoce que se olvidan las cosas que son poco importantes para nuestros intereses presentes y las que son demasiado importantes para aquellos sentimientos de culpabilidad que queremos rechazar con ellos. Por otro lado, en contra de la teoría que afirma que se recuerdan simplemente los hechos, es muy difícil separar los hechos de los sentimientos provocados por estos hechos. Incluso ocurre lo contrario, se modifica en la memoria el recuerdo del hecho para hacerlo acorde con el sentimiento que se recuerda incluso con exageración.

Por eso en política es tan importante la historia, sin un conocimiento histórico y fiel de los hechos, sería casi imposible comprender la política. Muchos historiadores muestran los hechos en base a sus sentimientos, por eso hay tan pocos historiadores buenos, y que deforman los hechos al ser recordados.

Trevijano atestigua que recuerda los hechos de la transición española fielmente, al tenerlos separados de sus sentimientos, y los hechos son irrebatibles. Cita ejemplos como que el Rey Juan Carlos no ha sido elegido como Rey, la Constitución no ha sido elegida, no hay separación de poderes. Sin embargo la memoria de catedráticos y protagonistas políticos olvidan que son culpables de  traición a sí mismos, a sus ideales. El Partido Comunista renunció a todo en lo que creía, el Rey Juan Carlos olvida la traición a su padre. Así opera la pasión del olvido. La política obliga al olvido y en el libro está explicada la relación con el perdón. Sólo perdona quien no olvida. Es imposible olvidar y perdonar, es algo elemental. Las leyes del olvido son leyes pasionales, curiosamente nadie lamenta el olvido. Los españoles quieren olvidar su origen franquista, y todas las traiciones de los partidos políticos que traicionaron lo que eran y habían sido, todos traicionaron a todo. En una sociedad noble un traidor es despreciable, pero en una sociedad de traidores, como la creada en la transición española, la traición es un mérito y el traidor triunfa en esta sociedad.

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