ILLY NES.

Recuerdo que fui a un programa de Gema Nierga hace algún tiempo, yo tenía que mantener un debate con el presidente del Foro de la Familia pero no hubo discusión porque no se presentó. Admiro a Gema Nierga, igual que a Iñaki Gabilondo, que me parece un gran periodista. Ella fue la que auspició ese encuentro frustrado.

 Quizás me huyen porque los conozco bien. Luis Carbonell, actual presidente de la Confederación Católica de Padres (Concapa) y yo, hemos llevado pantalones cortos en el mismo sitio, el centro cultural ANADE, cuyo fundador ya expliqué antes que fue Miguel Ángel Albás, primo de José María Escrivá i Albás. El padre de Luis Carbonell trabajaba en Ibercaja, sus estudios y los de su hermano los pagó esta entidad bancaria. ¡Es un miembro del Opus hasta la médula! Pero a pesar de estos desplantes, cuando quiera y como quiera estoy dispuesto a tener un debate con él. Miguel Ángel Albás ha llevado más de un homosexual al psiquiatra para que los cure y les aplique electroshock. El sobrino de José María Escriba i Albás y Luis Carbonell sabrían explicar muy bien los orígenes de más de un suicidio en alguno de estos chavales de ANADE…

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 Yo he denunciado a Aquilino Polaino… y aunque no puedo hablar demasiado, sí puedo decir que cuando el director espiritual del Opus Dei era Juan Vera, rompiendo el secreto de confesión le dijo a Braulio Rodríguez, hoy arzobispo de Valladolid y que era mi formador, que yo era homosexual. Se lo dijo también al sacerdote del Opus Dei del cual yo dependía, al igual que todos los sacerdotes de España: Rafael Magan. Me tuvieron secuestrado en una parroquia del Parque de las Avenidas cuyo párroco era don Mario. Querían llevarme a la consulta de Aquilino Polaino para aplicarme electroshock y curar mi homosexualidad.

 ¿Por qué continua en activo un personaje como éste? Porque la Constitución va a cumplir casi treinta años y deshacer lo que durante cuatro décadas construyó un dictador no se logra fácilmente, hacen falta que pasen dos o tres generaciones. Aquilino Polaino es un enfermo mental porque, como muy bien decía el psiquiatra Luis Rojas Marcos, está aquejado de trastorno de pánico homosexual y lo primero que debería hacer es ponerse en manos de compañeros suyos que con total asepsia le prescribieran un tratamiento. Aunque no le recomiendo su propia medicina.

En estos momentos su trastorno de pánico le incapacita para ser catedrático y enseñar y ejercer la profesión y no entiendo como la comisión deontológica del Colegio de Médicos de Madrid todavía no le ha retirado cautelarmente la colegiación y le impiden ejercer como psiquiatra. Cuando nos demos cuenta de lo nefasto que ha sido Aquilino Polaino, él ya habrá muerto. Solo cabe esperar que no tenga muchos discípulos*.


* Sobre este médico, ver dos artículos: Alas, Leopoldo: “La ciudad trastornada”, El Mundo, 25-6-05: “Yo no sé cuánto tiempo más aguantaré en la ciudad. Esta semana han dicho en un informativo que el calor trastorna las cabezas: por fin lo reconocen abiertamente. Yo ya me había dado cuenta hace mucho observando a la gente que conozco, a mis amigos, a mis seres queridos. Hay casos peores en los que el trastorno mental podría ser peligroso si no fuera tan manifiesto. Lo digo pensando en Aquilino Polaino, ese cómico oscuro que el PP presentó esta semana en el Senado, supongo que para demostrar, en clave de humor negro, que en efecto el fascismo es una enfermedad, cuando no un vicio. No sé a qué espera Carlos Alberto Biendicho para sacar del armario a empellones a todos esos católicos de la Iglesia cuyas verdaderas y ocultas inclinaciones dice conocer desde hace tiempo. Como tarde un poco más, se le mueren de viejos”. Y Rahola, Pilar: “¿Y si nos estamos equivocando con Polaino?”, El País 25/06/2005: “De sobras está afirmar que Aquilino Polaino me parece uno más de los muchos científicos que, a lo largo de los tiempos, han puesto su conocimiento al servicio del prejuicio. La historia de la discriminación está llena de tipos como éste, que nos enseñaban que los negros no eran capaces de hacer poesía, o que los judíos tenían el cerebro más pequeño, o que las mujeres eran personas disminuidas. Por mucho que uno haya estudiado, cuando un prejuicio obsesivo contamina las paredes del cerebro, no hay ilustración que valga. Carlos Alberto Biendicho recordaba el otro día, en can Sardá, que el psiquiatra Rojas Marcos tipifica esta actitud como “trastorno de pánico homosexual”, curiosa enfermedad que parece atacar, con especial ahínco, a militantes del PP y a legionarios de la fe verdadera”.

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