Las movilizaciones sociales contra la crisis ha concretado su ira en la idea de cambiar el gobierno. Al comienzo de las manifestaciones, encabezadas por un eléctrico 15M, las iras iban principalmente contra los bancos, contra el capital. Nunca contra los partidos políticos, menos contra los sindicatos. Hay todavía mucho tabú en criticarlos.

Luego parece que esas iras han ido encauzándose hacia el Congreso de los Diputados y, principalmente, contra el gobierno del PP que es naturalmente quien está acusando más los golpes. No obstante, la crisis electoral del PSOE también está siendo creciente hasta incluso decretarse el estado de emergencia dentro del partido y mover sillas, consignas, cuchillos… Todo parece indicar que estas críticas en las calles, originadas por los recortes en el llamado Estado del Bienestar, benefician electoralmente a los partidos minoritarios: IU y UPyD.

Cabe preguntar a cualquiera que engrosa las filas de las manifestaciones quién espera que enderece el gobierno del país y si piensa que robaría y traicionaría igual que los anteriores. La duda asalta en seguida. El vacío asusta a las mentes.

El dolor por la pérdida del hogar, el miedo a no tener asistencia sanitaria accesible, la angustia por la pérdida del trabajo, todo ello confluye en una rabia que es normal que se manifieste en las calles. En cuanto a la cuestión política de los representantes de los ciudadanos, parece que los españoles no se han dado cuenta de que el problema y, por tanto, la solución está en la elección de los políticos, en su legitimidad. No vale con cambiarlos por otros. Sabemos que van a ser igual de corruptos pues nadie triunfa en el sistema que no sea corrupto. Los honrados no aguantan mucho.

Por tanto, no es el gobierno actual. No es el anterior. No es el futuro. El problema es el régimen de poder.

 

vía Flapa

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