EDWIN ZARCO.

El doctor Rigoberto Stewart en su libro titulado La Magia y el Misterio del Comercio nos dice: “El comercio –o más bien, el proceso de Especialización e Intercambio es mágico de muchas maneras. Primero, multiplica la productividad de los recursos de producción en forma sorprendente. Segundo, permite que individuos improductivos, que tienen desventajas con respecto a los demás en la producción de todos los bienes y servicios, participen en el sistema y obtengan riqueza. Tercero, permite que se lleven a cabo producciones inimaginables e imposibles”. A esto yo agregaría, que el libre comercio fortalece las relaciones entre los individuos del mundo, inclusive a pesar de existir ciertas diferencias entre ellos, como: no hablar la misma lengua, tener diferentes culturas o no vivir en el mismo lugar; en resumen, el libre comercio crea un ambiente de paz, cooperación y amistad.

Sin embargo, a pesar de estos evidentes beneficios, muchos de los Estados implantan restricciones al libre comercio, argumentando un sin número de pretextos que van desde la supuesta protección al productor local, el enfrentamiento a la competencia desleal y la salvaguarda de los intereses nacionales. Muchos de estos pretextos paternalista y colectivistas ignoran que el intercambio se realiza entre individuos y no entre países, ya que son los individuos los que cumple un rol principal y no los Estados que bajo sus fronteras políticas, aranceles y regulaciones lo único que están logrando es generar pobreza al limitar la especialización y el intercambio.

Teniendo en cuenta los principios indicados, debemos recordar que entre 1 y 2 de Octubre en la ciudad de Lima-Perú se realizó la III Cumbre de Países de América del Sur y Países Árabes (ASPA), reunión que albergó a más de treinta delegaciones de países de ambas regiones, de los cuales estuvieron presentes 21 de los 22 países que forman parte de la Liga Árabe. En resumen esta cumbre ha servido para establecer las bases para un intercambio reciproco y de cooperación económica. Y en este nuevo contexto, los empresarios peruanos han identificado oportunidades de ganancia en el campo de la exportación de alimentos, que constituyen las mayores compras de las naciones árabes.

Al respecto, el ex-ministro de Comercio Exterior y Turismo del Perú, Alfredo Ferrero nos indica: “El Perú como productor de materias primas puede dar un paso a un periodo de exportaciones directas, cubriendo gran parte de las necesidades alimenticias que aquella región exige….Para ello es fundamental iniciar las negociaciones para futuros tratados de libre comercio (TLC con Dubái y Arabia Saudita); y lograr llegar al Medio Oriente de manera directa. En la actualidad exportamos $104 millones de los $ 570 000 mil millones que la Liga Árabe compra. Lo que representa únicamente 0.2% de lo que los 320 millones de habitantes árabes consumen del mundo, que en 70% es importación de alimentos”. A esto agregaríamos que por el lado Peruano es muy importante aprovechar la posibilidad de inversión que ofrecen los capitales árabes en proyectos de infraestructura y energía.

Como podemos apreciar en este ejemplo real, las condiciones de Especialización e Intercambio están dadas tanto para los empresarios peruanos como para los empresarios árabes, quienes podrían beneficiarse mutuamente de sus ventajas comparativas. Sin embargo,  esperemos que los burócratas bajo la discusión y aprobación de sus Tratados de Libre Comercio no dilaten o empeoren el aprovechamiento de esta gran oportunidad. Siempre debemos recordar que el intercambio se desarrolla entre Individuos y no entre Estados, como nos dice el doctor Rigoberto Stewart “Siempre  que haya dos o más personas dispuestas a intercambiar dos o más bienes o servicios, siguiendo ciertos lineamientos, existe un mercado; y este no puede ser sustituido por el Estado o ningún otro ente, porque los seres humanos son insustituibles. El mercado es tan humano como los individuos que lo constituyen”.

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