Si Galicia (800.000 ciudadanos) y País Vasco (600.000) otorgaron a la abstención la condición de primera opción política, esta vez ha sido Cataluña la que un mes después ha consolidado la decisión de castigar a todos los partidos políticos hasta el punto de erigirla como primera fuerza, con 1,585.000 sufragios.  La deslegitimación de los partidos políticos catalanes ya es mayoría, como antes la padecieron los gallegos y vascos, y apunta la tendencia que se está produciendo en el resto de España, pues hasta ahora la abstención solía ser la segunda o tercera opción después del partido ganador y su “leal” oposición.

De hecho, en las elecciones que ganó Mariano Rajoy por mayoría absoluta, el PP logró el 31% de los votos, mientras que la abstención fue un 28%, desplazando ya al PSOE al tercer lugar con un 20%. La segunda victoria de Zapatero en 2008 se produjo con un 32% de los votos, por un 29% del PP, frente a la abstención de un 26%, obteniendo con ello un digno tercer puesto.

En su primera elección como presidente, Zapatero obtuvo el 31% frente al 28% del PP y el 24% de los abstencionistas. Quiere esto decir que ya en España los abstencionistas son ahora la segunda fuerza política a nivel estatal cuando antes eran la tercera, y que Cataluña, País Vasco y Galicia, que tradicionalmente hacen de punta de lanza de tendencias que luego se convierten en generales, ya le han otorgado la condición de primera fuerza, lo que transforma a los abstencionarios en un poder influyente consolidado y creciente.

Aunque los medios “oficiales” martillearon durante todo el domingo con la noticia del “aumento de participación” en Cataluña, las cifras definitivas de la abstención pusieron al descubierto lo que se trataba sin duda de una propaganda de última hora para persuadir a los ciudadanos para que acudieran a las urnas. La abstención ganó en toda Cataluña y en tres de las cuatro provincias catalanas.

 


 

La deslegitimación de lo que los políticos llaman “Transición” y que no es nada más que la continuidad de la dictadura de Franco en una heredera que se conoce como partitocracia, Estado de Partidos o Monarquía de partidos ya va tocando a su fin, según refleja machaconamente el absentismo decidido ante las urnas. Ya en 1977, con la explosión de propaganda partidista que se produjo con una desmesurada y multimillonaria inversión de fondos públicos en publicidad, fue la tercera fuerza política (21%) frente a UCD (26%) y PSOE (22%). Dos años después (1979) nada pudo impedir que la abstención se alzara como primera fuerza, con casi el 32% de los votantes, frente al 23% de UCD y 20% del PSOE. Ahí nació el denominado “consenso”, que ha ido amordazando a quienes osaban decir que la abstención había ganado las elecciones, algo hoy imposible de ocultar gracias a internet.

La arrolladora victoria del PSOE en 1982 solo relegó a la abstención al segundo lugar, posición compartida con la AP de Fraga (20%), mientras que cuatro años después se erigía en segunda fuerza (29,5%) pero prácticamente al lado del “ganador” Felipe González (30,5%) y muy por encima de AP (18%).

En 1989 la abstención volvió a ser primera fuerza, con el 30% de los votos, por el 27% del PSOE, que se autoproclamó ganador, y el 17% del PP, que supuso la tumba política de Fraga y la irrupción de Aznar. En 1993, Felipe González volvió a ganar con solo el 29% de los votos, por 26% del PP y 23% de la abstención. En 1996 la victoria es para Aznar con casi el 30% de los sufragios, por el 29% de Felipe y el 22% de la abstención. La mayoría absoluta de Aznar en el 2000 se logra con el 30% de los votos, pero la verdadera ganadora fue la abstención, con el 31%. Los socialistas se quedaron con solo el 23%.

Hoy se puede proclamar con voz alta en España que la abstención gobierna Cataluña, País Vasco y Galicia. Los partidos políticos han perdido las elecciones, algo que ocultarán siempre, pero que no puede ser escondido por más tiempo, pues los ciudadanos se lo harán saber con sus actitudes de rebeldía, protesta y deslegitimación. A partir de ahora, solo un proceso de Libertad Constituyente que proponga un sistema de representación democrático, con diputados uninominales por distritos pequeños (100.000 habitantes) que puedan ser conocidos por los ciudadanos, y que redacten una nueva Constitución con separación de poderes, será la única salida posible al caos y al crack económico. Los políticos, que no sufren la crisis ni la sufrirán porque tienen la caja, la policía y todos los resortes de poder, no cambiarán nada nunca. Y tienen hasta 2015 tres largos años para enriquecerse aún más y poner su dinero fuera de España aún a costa de empobrecer aún más si cabe, a la ya depauperada población. Cataluña ha sido el último eslabón de la cadena que se ha quebrado. Ahora será posible romperla del todo y en toda España.

 

 

 

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí