AMADEO MARTÍNEZ INGLÉS.

He de reconocer que en algunos momentos puntuales de nuestra desgraciada historia, los vapuleados y míseros ciudadanos de este país han protagonizado sonoros (hoy diríamos, mediáticos) hechos subversivos y de rebeldía antimonárquica: A Isabel II el pueblo, dirigido como siempre por militares en la sombra o a caballo, la echó del trono por “putorra” (la señora era capaz de agotar en una noche a la guardia palaciega en pleno formada en la puerta de su dormitorio) y, años más tarde, a Alfonso XIII, el pornográfico abuelo del rey actual, lo mandó al exilio también por putero pero, además, por inepto, golpista de salón (Primo de Rivera en lugar de Alfonso Armada) y cobarde. Pero nunca hasta el día de hoy el órdago democrático antimonárquico del pueblo español, que se sepa, había tenido como protagonista a un juez, con la toga bien puesta, desde luego, pero solo un juez. Y, además, actuando solo ante el peligro y sin revólveres al cinto. Aunque también es cierto y conviene decirlo que, desde hace ya bastantes años, algunos ciudadanos de este país, pocos, muy pocos, republicanos de pro y sin miedo a nada ni a nadie, vienen luchando impertérritos en las barricadas mediáticas de este sistema corrupto para que algún día, lejos ya de borbones golpistas y urdangarines robaperas, la verdadera democracia vuelva a las calles y plazas españolas y encarrile de nuevo a la ciudadanía por la senda de libertad de la que un mal día la sacó abruptamente un dictador sin escrúpulos; con pinta de caribeño, eso sí, pero con la acreditada mala leche intrínseca propia de los generales golpistas celtibéricos.

Pues ya digo, amigo que me lees con la mano en la cartera y los ojos puestos en la pantalla de tu televisor, ordenador o tablet ya que la calle ha empezado a hervir y no es cosa de que los acontecimientos le pillen a uno en fuera de juego, dejando de lado la historia pasada de este singular país la cosa es que, en este momento, desde luego también histórico, del posfranquismo o del principio del fin de la “modélica transición” del franquismo a la democracia (la verdad es que aquí no ha habido ni transición ni leches), un juez intrépido de Palma investiga al yerno del todavía rey Juan Carlos I y lo ha llamado a declarar como imputado el próximo día 25 de febrero. Al este yerno real, el tal Urdanga, un guaperas ligón de mucho músculo y, parece ser, escaso cerebro, se le sigue la pista por apropiarse de millones de euros de dinero público valiéndose de las regias relaciones familiares que poseía (y todavía posee) el atlético muchacho y, sobre todo, de la carita de buena, de no haber roto un plato en su vida, que poseía (y ahora parece no poseer tanto) la simpática mozuela que le eligió, hace ya algunos años, para que la acompañara en su trayectoria vital y le proporcionara el alimento biológico necesario y suficiente para engendrar rápidamente (como es costumbre ancestral en su conocida y desprestigiada saga familiar) una larga prole de rubios y guapos churumbeles.

Por otra parte, dejando de lado al duque de larga mano y corta decencia, al otro despreciable protagonista de esta historia, al suegro, al patriarca, al sátrapa, al todavía rey Juan Carlos I, asimismo un ligón en su juventud (no conviene olvidar sus “bárbaras” francachelas sexuales con una agraciada señorita de apellido profesional idéntico a su medieval título, grabadas por la sección de producciones televisivas del CESID de la época y todavía no programadas en prime time; todo llegará), no se le investiga de momento de nada, a pesar de que ha cometido tropelías sin cuento y de que de alguna de ellas, como la del 23-F, bastantes millones de ciudadanos europeos, concretamente alemanes, tienen un perfecto conocimiento. No así los españoles que, a pesar de que el Congreso de los Diputados tiene abundantes dossier sobre semejante y ridícula “borbonada” histórica enviados por probos ciudadanos amantes de la verdad, siguen en la inopia más absoluta. ¿No será acaso, me pregunto yo con tristeza infinita, por su alto pasotismo individual, porque los toros, la tele y el fútbol acaparan su cerebro manifiestamente mejorable o porque la escasa producción testosterónica tradicional en la especie carpetovetónica impide que se les suba la sangre a la cabeza hasta que la cosa entra en cauces prerrevolucionarios y a algún Daoiz o Velarde le sale la vena patriótica y suicida?

Bueno amigos, pues así estamos los españoles a principios de este siglo XXI que acaba de comenzar y en el primer año triunfal del mesías Rajoy, viéndolas venir y dándole cera al bate de béisbol por si pronto tenemos que salir con él a comprar el pan en lugar de con el paraguas. Los que ya le han dado cera a sus porras, abrillantado sus escudos y cargado de pelotas de goma sus cartucheras son los antidisturbios de toda España, con los de Valencia en punta de vanguardia. Pintan bastos en el país y la cosa va a ir a más, sin duda alguna, en los próximos días, semanas y meses pues la Füher Merkel no ceja en su idea de conquistar Europa a golpe, no de panzer divisiones sino de euros, en un momento especialmente propicio para sus imperiales designios. Seguro que lo consigue y si los españoles no nos echamos pronto al monte, aunque sea con una mano delante y otra detrás, acabaremos como los actuales esclavos griegos de la eurozona, todos aprendiendo alemán a hostia limpia en las escuelas bilingües de la presidenta Aguirre. Que deberán, obviamente, reciclarse en trilingües a la voz de “mar” lanzada al personal con voz ronca, castrense y sumamente autoritaria por el general germano de turno. Aunque yo, la verdad, no sé que será peor para este país, si un “meteencinturas” a lo bestia de la Merkel o el cada día más sublime y crecido Rajoy capitaneando guardias y empresarios.

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