beethoven hoffmann

ARMANDO MERINO.

Como hemos visto en el anterior artículo, el ejemplo de la biografía de Beethoven fue la luz y la guía que orientaron todo el Romanticismo, pues desde las primearas décadas del siglo XIX, es decir, ya en vida del propio Beethoven, la leyenda alrededor de su figura fue expandiéndose cada vez con más fuerza. E.T.A Hoffmann, que aparte de novelista también fue compositor, director de orquesta y crítico musical, se halla quizás entre los primeros grandes mitificadores de Beethoven. En realidad, no es únicamente la figura del compositor de Bonn la que es mitificada por Hoffmann en su obra: en sus novelas, cuentos y ensayos críticos, muchos otros músicos- Palestrina, Bach, Mozart, Gluck, Haydn- experimentan el mismo proceso de mitificación. No obstante, Hoffmann no es más que un precursor en este sentido, pues muchos otros escritores y compositores, más allá de Wagner incluso, continuarán por este camino, describiendo lo que se podría definir como una historiografía mítica de la música en la que a cada gran personaje se le sitúa en una constelación en la que cada puesto es rígidamente asignado en base a un destino histórico necesario, el cual conoce su apogeo en el seno de la cultura romántica.

Beethoven, el único músico contemporáneo de Hoffmann realmente grande, representa un punto de inflexión para el novelista no sólo porque desde un punto de vista temporal sea el último, sino porque desde esta visión romántica de la Historia es el último eslabón de una cadena: la plena realización y concretización del Romanticismo. En consecuencia, es obvio que Romanticismo y música vivan en secreta complicidad.

Para Hoffmann, Beethoven es el romanticismo personificado en todo su esplendor, por cuanto que aquél es el músico instrumental puro, gracias al cual quedó atrás todo residuo de mundo y mundanidad. Al comienzo de su ensayo La música instrumental de Beethoven el novelista nos da una primera definición de música como arte romántico: “Cuando se habla de la música como de un arte autónomo, ¿no debería entenderse siempre como tal solamente la música instrumental? Efectivamente, tan sólo la música instrumental desdeña la ayuda y la intromisión de otro arte (la poesía), expresando de un modo puro y exclusivo se esencia característica. La música es la más romántica de todas las artes; es más: se podría decir que es la única verdaderamente romántica, puesto que sólo lo infinito es su objeto”.

 A lo largo de las páginas de este ensayo sobre La música instrumental de Beethoven, Hoffmann ofrece una visión romántica de la historia de la música, todos los fenómenos musicales ocurridos en el pasado tienen una explicación “romántica” que nos permite contemplar la evolución divina del arte musical. Por este motivo, según Hoffmann el romanticismo tiene tres grandes artífices: “Haydn siente románticamente los afectos humanos-los afectos de la vida humana. Él es más conmensurable, más comprensible para el gran público. Mozart requiere ya, en su mayor medida, el elemento sobrehumano, maravilloso, latente en nosotros. Por su parte, la música de Beethoven mueve los resortes del terror, del estremecimiento, del dolor y justamente por todo esto suscita aquella palpitación de infinita nostalgia que es la esencia misma del Romanticismo. Beethoven es, por tanto, un compositor genuinamente romántico”.

Esta imagen heroica de Beethoven, que “mueve los resortes del terror”, idealista, pasional, malhumorado… En definitiva, un icono romántico, que perduró durante todo el siglo XIX y una gran parte del XX y que sirvió no sólo de inspiración para compositores, escritores, poetas, etc. Sino también para construir la musicología moderna, que influenciada por la visión romántica de la Historia, construyó mitos y concepciones, que aun siendo bellísimos y agradables en su lectura, resultan bastante discutibles en su veracidad, a pesar de que muchos de ellos perduren todavía hoy vigentes.

Es cierto que Beethoven introdujo el romanticismo en la música gracias a su espíritu y lenguaje revolucionarios, sin embargo, el compositor de Bonn no se quedó anclado en la etiqueta romántica y la evolución de su arte fue mucho más allá del romanticismo, llegando a anticiparse en sus últimas obras a los comienzos del siglo XX. La última etapa creadora de Beethoven superó conceptualmente a todos sus contemporáneos y a las dos generaciones posteriores, hecho que, sin embargo, no cambió ni un ápice la imagen del genio romántico que se creó después de su muerte y que ha perdurado prácticamente hasta nuestros días.

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