Fin de semana agitado en España. La Delegación del Gobierno en Madrid ha abierto un expediente administrativo a 300 personas que participaron el pasado sábado en la manifestación en contra de los Presupuestos Generales del Estado promovida por la Coordinadora 25-S. La protesta comenzó  a las 18.00 horas en la plaza de España y se prolongó durante varias horas hasta llegar a la plaza de Neptuno, en los aledaños del Congreso de los Diputados, lugar hasta el que llegaron de nuevo 3000 ciudadanos para protestar. La petición de un “proceso constituyente” y pancartas con el ya célebre “No nos representan” fueron los más coreados y abrían incluso la concentración.

 

 

Según informa la agencia Europa Press, la Delegación de Gobierno afirma que los expedientes se han abierto a personas que fueron identificadas por la Policía entre las 17.00 y las 23.00 horas por su presencia en una manifestación por el centro de la capital que no había sido comunicada y que por tanto era “ilegal”. Esos 300 expedientes equivalen al 10% de las 3.000 personas que, según la Delegación, participaron en la marcha al Congreso.

 

 

Si estos procesos administrativos prosperan, los expedientados este sábado recibirían sanciones que van desde los 300 hasta los 6.000 euros. En la anterior protesta, que se celebró el pasado día 23 y a la que asistieron unas 5.000 personas según los convocantes y 2.000 manifestantes según la Delegación, se abrió expediente administrativo a casi 50 personas.

La represión policial, judicial y administrativa contra los ciudadanos que protestan en Madrid, lejos de disuadir a los participantes, los están aumentando en toda España. Por primera vez en su corta historia, en Oviedo los manifestantes “reventaron” los premios Príncipe de Asturias ante la atónita mirada de la prensa internacional que había sido invitada a cubrir el acto. “La España real ya no tiene nada que celebrar”, fue la pancarta más aplaudida.

 

 

 

Mientras, los medios audiovisuales de comunicación españoles apenas daban información y cobertura al respecto, a pesar de que incluso existe un vídeo grabado. TVE, que retransmitía el acto, silenció las protestas, aunque algunos gritos se colaron en el “directo”. No obstante, existe ese vídeo que da testimonio de lo que ha ocurrido este fin de semana en Oviedo.

 

 

 

Sobre este mismo suceso, el único político que se ha manifestado críticamente ha sido Iñaki Anasagasti (PNV) en su blog. “Los premios Príncipe de Asturias se organizan cada año con dinero público a mayor gloria, no de los premiados, sino de Felipe de Borbón y Letizia Ortiz. Todo está centrado en sus personas. Se eligen candidatos/as a premiar mediáticos y conocidos, no personas anónimas que trabajan la solidaridad sin la iluminación de los focos y se trata, por todos los medios, no premiar nunca, en Asturias a gentes que han luchado por la libertad o desde la mina. Son pues premios del señorito y desde la peana del señorito, sin que esto quiera decir que los premiados tengan la culpa de nada. Van a gusto a Oviedo a ser homenajeados y muchos de ellos merecen ese premio, (para mí sin ningún crédito), y muchos premios más. Y la prueba está en que en una sociedad democrática no se puede hacer una investigación de cuanto nos cuesta esta costosa ceremonia a mayor gloria de una pareja que necesita ser publicitada”.

 

 

“En esta ocasión ha contado con una cierta protesta que como no podía ser de otra manera ha sido silenciada por los medios públicos siguiendo esa política que denuncié en mi libro “Una Monarquía protegida por la censura”. Mientras el rey en la India viajaba con cuatro ministros y un minoritario grupo de empresarios descubriendo que la India es un gran país en desarrollo y haciendo confidencias como ésta: “Quieren darnos en la cabeza y encima tenemos que callarnos”, y no sabemos si se refería al elefante que mató en Botswana o a su cabreo porque se hagan públicas sus comisiones millonarias, su hijo y nuera recibían los parabienes y las protestas en Oviedo y su yerno aparecía con una cuenta nueva de mil millones, esta vez en Luxemburgo”, concluye Anasagasti.

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