ILLY NES.

Pero en esto el Opus Dei entra como un torbellino en mi vida. En ANADE, institución con la que mantenía relaciones, deciden montar un campamento en Aragüés del Puerto y teniendo en cuenta que era oficial del Ejército en el Arma de Ingenieros y tenía conocimientos técnicos sobre donde se podía poner la letrina, la cocina, o por donde podía venir una riada o como instalar los distintos campos, colaboré en su construcción. Además, me convencieron para ir a las denominadas “convivencias”. Eran medio ejercicios espirituales, una cosa como muy light. ANADE estaba dividido en Aucos, que eran los pequeños, Albatros, Alcatraces, Gansos y Patos. Los nombres eran muy divertidos.

En cualquier caso, el cura del cuartel, Luis Esteban, sacerdote agregado del Opus Dei, me hace pensar que tenía vocación sacerdotal y yo me dejo querer. Un día vinieron unos nuevos alféreces de IMEC (Instrucción Militar de la Escala de Complemento, todos universitarios), entre ellos uno guapísimo de la muerte: Eduardo. No hubo nada con él, simplemente es un numerario del Opus Dei al que le tengo mucho cariño y que estaba buenísimo. En Zaragoza, de ANADE me habían llevado a ANETO, que ya era un centro específico del Opus. Había ido a alguna convivencia a Alta Fulla y estaba en contacto con curas del Opus Dei. Estos curas buscan vocaciones sacerdotales por todos sitios.

Una noche estaban emitiendo una película en televisión (no recuerdo el título pero era española). En ella, un cura y una chica se enamoran. No sé porqué, quizás conmovido por la película o simplemente por mi atracción hacia él, tuve la necesidad de conocer a Eduardo. Me quedé hasta que cerraron el bar de oficiales dispuesto a entablar una conversación con él. Era el mismo edificio donde se encontraban suboficiales y mandos, pero nos sentamos en la escalera y comenzamos a charlar.

Había observado que todos los días sin excepción, Eduardo acudía a misa, y a mí por otra parte me estaban planteando que tenía vocación sacerdotal. De modo que sin dudar un instante le dije: ¿Te puedo hacer una pregunta?. Y me respondió: “La respuesta es sí”. A mí me descolocó porque por una parte sospechaba que era del Opus Dei y mi pregunta era precisamente si era del Opus. Pero también me atraía físicamente y podía por sus modales ser homosexual. Lamentablemente no lo era.

— ¿Y cual es la pregunta?, le inquirí.
— Si soy de la Obra.
— Eres muy inteligente y sagaz, afirmé con rotundidad, aunque por un instante había valorado la posibilidad de que Eduardo fuera homosexual y sin duda aquella idea me había parecido de lo más excitante…
— Me dijeron que preguntara por ti cuando viniese aquí, que te localizase.

Eduardo y yo nos hicimos íntimos amigos, aunque él no sabía nada de mi homosexualidad. Quizás lo intuía, auque creo que se habrá enterado a posteriori tras dejar la Obra y aparecer en los medios de comunicación. Él rompía las normas del Opus, yo le dejaba el coche, le daba dinero para aquellas cosas que no podía comprar o le estaban prohibidas. En el Opus Dei se lleva una contabilidad muy férrea, tienes que rendir cuentas de todo. De modo que recurríamos a ciertas artimañas para poder darnos pequeños caprichos. Nos íbamos a los conciertos de Miguel Ríos, el rock and ríos era nuestro disco preferido. Éramos muy cómplices.

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