Las paradojas de la economía española a veces resultan desconcertantes, en otras ocasiones dramáticas y la mayor parte esperpénticas. Mientras los ciudadanos ahorran gasolina y gasoil en sus desplazamientos (pues según los datos que publica la Corporación de Reservas Estratégicas de Productos Petroleros han caído entre un 5% y un 7% en el primer semestre), ahora se ha sabido que políticos, altos cargos y empresarios se desplazan en avión privado.

El candidato del PP a la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, ha sido sorprendido haciendo uso para su campaña electoral del avión privado de un importante empresario de origen gallego y afincado en Argentina, José Benito López Carballedo. El avión se bautizó como ‘Paxariño novo’ y es un turborreactor Breechcraft de 10 plazas. Su propietario es el actual presidente del Club español en Buenos Aires y líder en Argentina en fabricación de productos para la limpieza. Ya el ex presidente del Gobierno, José María Aznar, fue sorprendido desplazándose en el avión privado de Dionisio Gutiérrez, el magnate guatemalteco al que llaman “el rey del pollo frito” (por su cadena de restaurantes “Pollo Campero”) y que fletó el vuelo del ex presidente al congreso del PP en Valencia que ratificó a Mariano Rajoy.

 

 

Por su parte, el Sindicato Unificado de Policía (SUP) ha denunciado que mientras los Geos viajan en furgoneta, el director general de la Policía, Ignacio Cosidó (PP), que fue senador y diputado por Palencia, lo hace en avión privado cuando se producen operaciones policiales como la que tuvo lugar recientemente en Cádiz. Según El Confidencial Digital, este avión es un Cessna Citation, que le fue incautado a unos narcotraficantes que venían desde Alemania y que aterrizaron en el aeródromo de Fuentemilanos, en Segovia, con más de 100 kilos de cocaína. Ocurrió en 2005 y, desde entonces, la Policía lo utiliza para los viajes de sus políticos y altos cargos, aunque a Cádiz fueron además tres periodistas de El País, ABC y La Razón.

Por último, la agencia Bloomberg ha publicado que Telefónica usa habitualmente dos reactores para sus directivos, aunque ha tenido que vender otros dos y piensa adquirir un último modelo de otro más. La compañía podría recaudar alrededor de 35 millones de euros por los reactores pero va a comprar un nuevo Gulfstream G650, que encargó hace unos tres años por unos 50 millones de euros, cifra inferior a los 70 millones de euros que un G650 nuevo cuesta ahora.

 

 

Los reactores a la venta son un Gulfstream G200 de General Dynamics, con una autonomía de vuelo de una 3.000 millas náuticas (5.600 kilómetros), y un Gulfstream GV con un radio de más de 5.000 millas náuticas. Ambos pueden llevar de 10 a 14 pasajeros e incluyen asientos de cuero, sofá, internet, televisión y conexión vía satélite. El costo promedio de mantenimiento para este tipo de reactor es alrededor de 10.000 euros por cada hora de vuelo. Los otros dos reactores de Telefónica son del modelo Gulfstream G550. La compañía compró su primer avión, un Gulfstream GIV de segunda mano, al sultán de Brunei a finales de la década de 1990 bajo la dirección del predecesor de César Alierta, el polémico Juan Villalonga, que presumía de haber sido nombrado por ser “compañero de pupitre de Aznar”. Solo los altos ejecutivos de Telefónica utilizan los reactores.

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