PACO BONO.

Hola, soy un ciudadano de los llamados de a pie. Mi país se llama España y es una gran Nación habitada por una mayoría de personas que se guían por la bondad, la caridad, la solidaridad y el esfuerzo. Ese nutrido grupo que funciona como el corazón de mi país, bombeando sangre sin parar, aún en las peores circunstancias posibles, se llama clase media. La clase media de España es la esencia misma de España. Trabajadores por cuenta ajena en grandes y medianas compañías, autónomos y medianos empresarios. ¿Cómo es posible que un país con tal cantidad gente estupenda se encuentre en una situación tan extrema? Tal vez la respuesta sea más sencilla de lo que pudiera parecer a priori. Imaginemos que nuestro país es un gran rascacielos, lleno de pasillos, ascensores, espacios abiertos donde respirar aire puro; una enorme construcción sostenida por todos y cada uno de sus dueños, los ciudadanos, los habitantes de ese rascacielos. Pero curiosamente, el rascacielos no se organiza como lo haría una comunidad de vecinos. Los propietarios no pueden decidir la forma y color de los pasillos, los gastos generales, las inversiones, las derramas… porque otros han ocupado el poder y han gestionado y robado en nombre de ellos, ultrajando la palabra democracia, profanando los derechos civiles y transformando la riqueza en miseria al amparo de un Estado de bienestar que es una farsa, que domina una oligarquía que goza de un status privilegiado que pretende mantener con medidas terribles… subidas de impuestos… más deuda ajena… más Estado para el Estado para salvarse a sí mismos, esos políticos y su régimen de partidos…

 

Nadie nos enseñó en la escuela que la democracia se construye siempre de abajo hacia arriba. Allí nos adoctrinaron, en lugar de instruirnos en el conocimiento, allí nos vendieron libertad mientras nos esposaban las manos, como hoy tapan nuestros ojos, porque en nuestro rascacielos las licencias de televisión y radio las conceden los mismos que nos dominan, esos administradores colocados por un rey nombrado por un dictador al que han tumbado sus estatuas (encima son unos desagradecidos, siempre en la contradicción). Desgraciados, engañados, porque el problema no es de España en sí misma, sino de la desconexión que existe entre su sociedad civil y los gobiernos centrales y taifas de su Estado, esa carga común sufragada por todos pero regida por unos pocos.

 

Las televisiones mayoritarias difunden un falso paralelismo entre España y EEUU, pero en Estados Unidos no hay partidos Estado como aquí. Allí los partidos son meras siglas ideológicas. Allí Obama sólo es grande porque puede ganar, y cuando pierda se irá a su casa. A Obama lo eligen los ciudadanos, no un congreso de diputados seleccionado a dedo por organizaciones políticas subvencionadas. Allí un actor mandó sentar a su presidente, porque su presidente está ¡para servirle! ¡Sí señor! Luego la mujer de ese presidente lo defiende argumentando que Obama es el mejor ejemplo del sueño americano… ¡Y por qué no! ¡Empezó desde abajo! Nieto de emigrantes. En cambio, en España… ¿se han fijado en quiénes fueron los progenitores de la mayoría de los políticos? ¡Menudo negocio familiar se han montado a nuestra costa con sus socios! ¡Su ranchito!

 

En Estados Unidos, los dueños del rascacielos eligen a sus diputados (congresistas) al margen del Presidente, y aquéllos se deben a sus representados por encima de ninguna sigla política. En Estados Unidos la libertad y la propiedad son columnas fundamentales. Allí la gente sale a la calle y se manifiesta de forma pacífica, sin importar ideologías, porque los pasillos les pertenecen, porque el rascacielos se mantiene con sus impuestos, porque son conscientes de que la libertad se conquista todos y cada uno de los días… que es muy fácil perderla…

 

¿Qué le pasa a España? Grita un pobre hombre desde el octavo piso… ¿Y todavía se lo preguntan? Libertad política, ya.

 

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