El ex presidente del Congreso, José Bono, ha presentado a bombo y platillo “Les voy a Contar” (Editorial Planeta), su libro de memorias por el que ha cobrado 800.000 euros. En Diario RC les vamos a contar, en cambio, lo que Bono no cuenta en sus memorias. Por ejemplo, como un día se subió al avión de Francisco Hernando, apodado “El Pocero”, afamado constructor de Seseña (Toledo), y se presentó en Guinea Ecuatorial para intentar convencer a un ministro guineano de que el país africano le comprase al citado constructor equipos industriales de su propiedad que tenía en desuso. A pesar de que el empresario había hecho migas con el mismísimo presidente Obiang, haciéndole incluso favores personales a un destacado miembro de su familia, los guineanos no tragaron ni compraron duros a cuatro pesetas, ahora que la moneda nacional amenaza con ponerse de moda otra vez si el “conductor suicida” que dice el Wall Street Journal que es Mariano Rajoy no se baja del burro y pide el rescate. Porque España, según un conocido analista económico, es el único país del mundo donde “los burros vuelan”.

 

Hay más sucesos que no cuenta Bono en sus memorias. La editorial Planeta le ha pagado 800.000 euros y según declaró a la revista Vanity Fair en abril de 2012 a la pregunta “¿Es verdad que le pagaron 700.000 euros?, él respondió: “El contrato habla de algo más de 800.000. Yo no pedí a Planeta ninguna cantidad. José Manuel Lara leyó tres o cuatro días al azar y puso el precio. Y yo, encantado”, fueron sus palabras textuales.

 

En el sector editorial esta declaración ha causado estupefacción. Si todos los autores en España saben que cobran el 10% del precio de un libro (en el mejor de los casos) como derechos de autor, y el libro se vende a 24,50 euros la unidad, quiere esto decir que para cubrir los 800.000 euros el escritor José Bono necesita vender 326.530 ejemplares, cantidad que no está en España al alcance de los más gloriosos escritores de “best sellers” del mundo. ¿O nos va a hacer creer José Bono que en su primer libro ya es Ken Follet, J. R. Tolkien, J. K. Rowling o Dan Brown? Claro que si el ex presidente José María Aznar cobró (de la misma editorial, claro) 600.000 euros por tres volúmenes, el escritor Bono tenía que ser más. Y lo más curioso es que en su última “declaración de bienes y rentas” presentada en el Congreso en agosto de 2011, Bono declara que sólo ha recibido 32.500 euros “por derechos de autor como persona física a modo de anticipo”. Todo huele a que aquí hay gato encerrado.

 

 

En esa misma declaración, afirma que ha pagado a Hacienda 86.747 euros, pero sólo ha cobrado su sueldo de diputado, 949 euros de intereses del Banco Popular, 3 euros de la Caja Rural de Albacete, 294 euros de subvenciones europeas por sus 346 olivos y 1613 euros por la venta de aceite de su almazara. Generoso sueldo debía ser para pagar de IRPF en un año 14,4 millones de las antiguas pesetas. Luego se extiende en detallar sus bienes patrimoniales (casas, apartamentos, fincas, hípicas) y un modesto chevrolet “que el declarante usa muy esporádicamente”, lo cual no extraña pues no se ha bajado del coche oficial en los últimos treinta años. Eso sí, en planes de pensiones tiene el riñón bien cubierto con 110.000 euros, pidió préstamos hipotecarios por 800.000 euros y sólo ha pagado 230.000. Y en la misma declaración oficial, Bono se queja de la “campaña de difamación que padeció con denuncias y querellas infundadas” por su espectacular crecimiento patrimonial desde que entró en política.

 

En un país sin división de poderes, Bono siempre ha salido indemne de las investigaciones judiciales, mediáticas y políticas que ha “padecido”, de la cual internet está poblado (la última adquisición ha sido un ático de 260 metros cuadrados por 1,6 millones de euros en el Retiro madrileño), pero Bono aún no ha explicado como, al igual que el rey Juan Carlos según The New York Times, llegó a la política sin dinero y sale de ella enriquecido. De hecho, cuando aún militaba en el PSP de Tierno Galván y Raúl Morodo, el joven José Bono acudía al despacho del abogado Antonio García Trevijano a pedir dinero. No era para él, que no tenía un duro, sino para sufragar las multas de los militantes encausados o encarcelados que no podían abonarlas. Trevijano le dio el dinero y al menos su acompañante en varias ocasiones, Donato Fuejo (hoy ex presidente del Consejo de Seguridad Nuclear) tuvo la honradez de reconocerlo públicamente. A Bono también se le ha olvidado este pasaje en sus memorias. Y nos tememos que muchos otros también.

 

 

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