Para cualquiera que haya sido o sea usuario de telefonía móvil en España el siguiente escenario le va a resultar muy familiar,  en la era de las liberalizaciones de los mercados de alto valor estratégico, cuando distintas compañías de distintas procedencias entran en un mercado a competir, la situación de la mayoría de los mercados españoles es la siguiente:

1. La calidad del servicio siendo pésima ocupa los últimos lugares de los ranking europeos del sector.2. Los precios de los servicios están entre los más caros de Europa, a veces incluso doblando la media.
3. Sin embargo el poder adquisitivo del consumidor español es de los más bajos de Europa.

Ante estos tres factores, una postura con sentido común nos diría que la libre competencia entre estas empresas haría que la calidad subiera, el precio bajara y se adaptara a la capacidad de consumo del español medio, pero como esto no pasa nos tenemos que preguntar el porqué, no solo para el sector de las telecomunicaciones sino también otros sectores estratégicos como las eléctricas, los hidrocarburos…..

Analizando los orígenes de estos sectores del poder económico, veremos que vienen de antiguos monopolios,  donde el poder político fijaba los precios de los servicios y los estándares de calidad, aun tenemos recuerdos de la cantidad de meses que había que esperar para que te instalasen una línea en los 70 y 80, lo cual convertía a un servicio de gran utilidad en un lujo y una pesada carga para la renta familiar.

Con el paso de los años y la llegada de las nuevas tecnologías como internet y las corrientes políticas de privatización “sugeridas” o más bien teledirigidas desde la UE, se rompió el gran monopolio y se abrió el camino para grandes empresas extranjeras y otras nacionales que posteriormente serian vendidas fuera entrasen a participar del mercado español. Pero aun así, este cambio en lugar de traernos una libre competencia nos llevo del monopolio, al duopolio y posteriormente a una oligarquía donde estas empresas en lugar de competir para dar los mejores servicios al mejor precio simplemente se ponen de acuerdo para repartirse el pastel, que antes constaba de una única parte y ahora tocan mas a repartir, con pedazos más pequeños sí, pero de un pastel que ha aumentado espectacularmente desde la entrada de España en el euro lo que multiplico la capacidad de consumo de los españoles gracias a una increíble capacidad de endeudamiento jamás vista hasta entonces por el españolito de a pie, y que por ello le parecía algo positivo, hasta que la crisis nos recordó que no lo es tanto.

Nos podemos preguntar, que hacían y hacen las autoridades regulatorias ante este oligopolio y esta manipulación descarada de los precios, esta intervención de facto del mercado, la respuesta es obvia, NADA, de hecho no es que no defendieran al consumidor, más aun, defendían a las empresas que abusaban en precios y en calidad de servicios, tanto es así que la comisión europea multaba a empresas españolas y el estado se ponía del lado de los intereses de los abusadores en lugar de los intereses del consumidor español, demostrando así a quien representa, que no es al ciudadano español sino a los oligarcas españoles.

Es fácil de que entender este escenario de grandes compañías con el apoyo de los políticos que las representan y les hacen las leyes a su medida y que después de pasar por los puestos públicos continúan sirviendo a dichas empresas desde los mismísimos consejos de administración, como es el caso de dos vicepresidentes del gobierno, en este escenario los consumidores están indefensos, pueden cambiar de compañía, si, pero será igual o peor, de Málaga para Malangón porque ellos ya se han puesto de acuerdo con el apoyo de la clase política para tomar de rehén a los ciudadanos en un MERCADO CAUTIVO, donde la competencia ya ha consensuado lo que es mejor para el sector y los políticos lo han bendecido.

Este escenario económico no es más que el espejo del escenario político que vivimos en España, donde también el antiguo monopolio del partido único se convirtió en un oligopolio de varios partidos que carecían y siguen careciendo de representación de la ciudadanía, ellos mismos hacen sus listas que llenan de lo más mediocre e incapaz de la casta política, ya que también dentro de estas asociaciones políticas la competencia está prohibida y la sumisión y obediencia conviven con las traiciones mas espúreas en las sombras. Al igual que los mercados económicos donde no gana la libre competencia, en la política solo las opciones más serviles tienen éxito.

Por eso, el único camino para conseguir que tengamos unos servicios de calidad en sectores estratégicos como el mercado de las telecomunicaciones y energía necesitamos que el poder económico este regulado por un poder político con instituciones separadas en origen, para que se vigilen entre ellas compitiendo en honradez y unas leyes votadas por los representantes mayoritarios de cada uno de las circunscripciones electorales. Solo después de un cambio en la naturaleza del poder político podremos empezar a competir con los primeros países de Europa y saldremos del furgón de cola.

 

Jesus Murciego

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