“España ya ha tomado todas las medidas que se consideran adecuadas, para, efectivamente por convicción, hacer lo que tenemos que hacer para volver al crecimiento económico y para estabilizar la economía española. A partir de aquí lo que necesitamos es la cooperación de toda la zona euro, una respuesta conjunta, y espero que el Eurogrupo así se defina. Hemos hecho todo lo que teníamos que hacer desde el punto de vista del nuevo Gobierno que lleva cuatro meses y además con estabilidad política”. Se puede decir más alto, pero no más claro y el resumen es explícito: Luis de Guindos, ministro de Economía, tira la toalla.

 

“Es inquietante” dijo Antonio García Trevijano en el informativo matinal de Radio Libertad Constituyente. “Evidencia resignación, está en medio de una tormenta y no puede hacer nada para evitarla. No domina la situación y actúa como un alumno aplicado y memorión que ha hecho los deberes, pero sin mirar el objetivo de la tarea y si ésta era o no adecuada. Es ese pequeño y disciplinado funcionario que servilmente cumple lo que le han ordenado y ahora dice que España no puede hacer más”.

 

Al contrario que Grecia, que se resiste todavía a tirar la toalla y propone incluso un Gobierno de notables ajeno a los partidos, España se entrega a las autoridades monetarias europeas. La única novedad es que Bruselas contempla por primera vez seriamente un escenario de salida griega del euro para volver al dracma. Y la situación española no tiene porqué degenerar inevitablemente en un “corralito” financiero, como ha profetizado el premio nobel Krugman en The New York Times: “Hasta ahora él hace diagnósticos correctos, pero siempre con pronósticos desacertados”.

 

“No soy un gurú, ni un vidente, ni hago magia o alquimia”, dijo el letrado. “solo analizo los últimos 200 años de política, historia y economía europea desde la Revolución Francesa. Claro que España puede hacer más antes de convertirse en otra Grecia o en 17 Grecias, una por cada autonomía. De hecho está todo por hacer. Lo primero, “cambiar urgentemente de política porque es imposible salir de una quiebra económica con una clase política tan degenerada que no piensa más que en su poder y en su enriquecimiento, nunca en el bien general de los españoles y de España”.

 

Ese egoísmo y particularismo tan propio del carácter español ha sido explotado al límite a favor del interés particular de la clase dirigente “y si los altos cargos de las empresas se suben el sueldo en tiempos de crisis, allá sus accionistas que lo toleran, pero esa moral llevada a la política es un verdadero escándalo”.

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