Siempre se ha presentado a la Transición española como modélica y a sus artífices como padres de la patria y de la Constitución. Ahora que el régimen económico y político se tambalea surgen las preguntas y las dudas, lo que los libros de Historia nos escondieron y los profesores no nos enseñaron o la prensa ocultó. El miedo a que la muerte de Franco trajera el caos, los demonios de la guerra civil, la mala imagen de la primera y segunda república proyectada sobre un sistema que sin embargo brilla en países tan poco vehementes como Suiza, Estados Unidos o Francia hicieron el resto. Y en la cuneta se quedó el único político español que defendía el republicanismo puro y la separación de poderes como forma de ruptura pacífica con el franquismo y no pactista y reformista con los poderes de la dictadura. Ese hombre se llama Antonio García Trevijano, abogado y notario de profesión.

“Mi caso es un ejemplo”, explicó en los informativos de Radio Libertad Constituyente. “Hace 36 años fui difamado simplemente por defender mis ideas para España, pues sabía que las otras nos llevarían más tarde o más temprano a lo que está ocurriendo hoy”. Sugirió un período de libertad y pedagogía para que los españoles aprendieran lo que era la política y la pluralidad de organizaciones dentro de la sociedad civil, ausentes durante 40 años.

“En las reuniones en mi despacho del Paseo de la Castellana se discutió sobre reforma o ruptura. Ganaban siempre mis tesis y nunca la reforma que proponía el PSOE, en la línea asociacionista de Carlos Arias Navarro y Manuel Fraga. Les dije que eso era incompatible con la democracia, pero chulescamente Enrique Múgica me contestó: “quien nos va a echar”. Y ante mi anuncio de que yo mismo lo propondría, hasta el pacífico Ruiz Giménez se fue también con ellos dando un portazo”.

Esta anécdota histórica es muy reveladora de cómo aquellos polvos trajeron estos lodos. “Aunque a fuerza de años mis ideas comienzan a circular –la separación de poderes, la representación uninominal, el control del poder- sigo en un exilio interno y en el más absoluto ostracismo. Sigo siendo peligroso porque digo la verdad”.

Contó a los oyentes de Radio Libertad Constituyente como se retiró hace tres décadas de la política de acción “por orgullo, pero no personal, sino por el de quien sabe que una calumnia y una acusación falsa mancha mis dos ideales que llevo como estandarte sobre los hombros: la Libertad Política y la República. Ahora parece que los defiende más gente, pero en aquella época siempre estuve sólo”.

“En menos de 24 horas se podrían establecer las reformas que cambiaran por completo el panorama español. Es sencillo de establecer, fácil, no hay peligro de nada, ni revoluciones, ni terremotos políticos ni seísmos sociales, solamente consiste en acabar con las prácticas egoístas de los partidos políticos y modificar el sistema de toma de decisiones según el principio democrático de la mayoría”.

 

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