En nuestra sociedad de la comunicación y de las redes sociales se hace más necesario que nunca conocer los cuatro ídolos  que analizó  Francis  Bacon (1561-1626) para conservar el sentido común y el espíritu revolucionario, es decir, para mantener el sentido de la verdad política y la esperanza de que podremos salvar a España y a Europa del abismo de la partidocracia corrupta y causante de la recesión económica y social vivida desde los años cuarenta del siglo XX.

En la edad media el aristotelismo, tan esencial para la ética-política, había permitido, sin embargo, la permanencia de los dogmas y valores metafísicos en el conocimiento  y la  voluntad de los súbditos.

La ciencia  moderna, en cambio,  queda  determinada, por fin, con la filosofía de Francis Bacon , cuyas características fundamentales como la inducción y el método experimental nos permiten llegar a un conocimiento objetivo y disolver las imágenes engañosas de los conceptos metafísicos.

Esas imágenes engañosas son los ” ídolos”. En su  Novum Organum distingue cuatro tipos: idola tribus, idola specus, idola fori e idola theatri.

En el análisis científico  político,  repúblico, tenemos que localizar, neutralizar y  superar permanentemente a  esos cuatro tipos de ídolos.

Tenemos que superar los errores que transmiten las teorías de los pensadores del Estado de partidos ( idola theatri) porque  no son verdaderas demostraciones sino  meros sofismas sin fundamento real. Ahí tenemos a los pensadores y comunicadores que afirman que la partidocracia actual es una democracia o “ una democracia de partidos”.

Esos errores de concepto surgen también del mismo lenguaje ( idola fori) porque estamos inmersos en un campo semántico invertido y falaz, en el que dominan las falsas atribuciones de significado, y de ahí surgen las disputas. Hay que llevar, pues, cuidado a la hora de calificar al régimen política actual: no es una simple “ bancocracia”, es una partidocracia oligárquica; “bancocracia” es una denominación que induce a suponer que es la economía o el mercado el que hace indiferente la forma política del Estado moderno, y no es así. Utilicemos los conceptos científicos correctos para no confundir más a los interesados en la libertad política.

Y el propio individuo ( idola specus), con su carácter, educación, costumbres…, está predispuesto a fabricar en su mente  una imagen sierva de su condición social en el estado de partidos, convirtiendo en  normal lo que es una indignidad política enorme.

Nuestra condición humana misma ( idola tribu) hace que mezclemos  nuestra naturaleza con las cosas que  queremos conocer, por eso hay que “conocer de forma científica”, que en la sociedad civil que lucha por la democracia representativa quiere decir  ante todo: “ hacer respetar la dignidad política del hombre”. Aquella que apreciara cabalmente Pico della  Mirandola en el Renacimiento.

 

 

Antonio Muñoz Ballesta

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