El presidente catalán, el nacionalista Artur Mas, quiere hacer frente a la crisis económica reclamando independencia fiscal. Nada nuevo amanece bajo el sol catalán. Las palabras del gobierno catalanista siempre son y serán recurrentes: “Hay unos calendarios, votación en el Parlamento catalán del pacto fiscal -concierto económico inspirado en el País Vasco- antes del verano y después discusión en el Congreso todo este año. Cataluña tendrá hacienda propia por la vía del pacto o por propia decisión. Es la primera vez que nos enfrentamos con algo así, pero es nuestro proyecto”.

Trevijano, repúblico constitucional, que fue el  coordinador de la Junta Democrática de España, criticó a Mas comparándolo con Jordi Pujol y Josep Tarradellas, sus predecesores en la Generalitat, a quienes conoció personalmente.

“Artur Mas es más imprudente que Pujol y con menos formación política. . Las ínfulas casi dictatoriales con las que se enfrenta al Estado español para que no sean fiscalizadas las cuentas públicas catalanas son características del nacionalismo imperialista encarnado en CiU. La unidad nacional de España es bastante anterior a la Revolución Francesa y es tan falsa como   ridícula la idea de que España se formó como una federación de Estados”.

“No hubo un solo momento de meditación, reflexión o discusión colectiva durante la Transición sobre el modelo de Estado para la España libre. Para nuestra desgracia, esa preocupación fue solo mía, pues los partidos iban cada uno a lo suyo, con el único objetivo de alcanzar la máxima cuota de poder cuando existiesen libertades y elecciones”.

De ahí los frecuentes contactos de Trevijano con con Jordi Pujol en un conocido restaurante madrileño, “hombre inteligente que se inquietaba por el modo de integración de Cataluña en España. Él aceptaba mi criterio de que había que restaurar de momento el Estatuto de Cataluña derribado por las armas durante la guerra civil. “Yo quería lo mismo que ahora: aunar a todas las fuerzas políticas bajo un programa común para que la oposición a  Franco se mantuviera intacta”.

Tras su histórico “Ja Soc Aquí” (Ya estoy aquí), Tarradellas invitó a cenar  a Trevijano en el Palacio de la Generalitat: “A las primeras figuras del Gobierno vasco en el exilio las había tratado habitualmente en Paris. Pero a Tarradellas no lo conocí durante su exilio. A través de Sebastián Auger, propietario de una cadena de periódicos, me invitó a una cena en compañía del escritor Camilo José Cela. Allí me dijo que había seguido de cerca mi acción política en pro de la unidad de la oposición contra la dictadura. Y ante mis críticas a los partidos que renunciaron a la ruptura democrática por puro oportunismo de poder, me dijo: al menos reconocerá que yo no pacté con el Régimen como han hecho los demás. Su esposa estaba delante y lo lamenté, pues noté que sufrió con mi inesperada respuesta, tan sincera como inoportuna: reconozco que usted no es como los demás y regresó a Cataluña cuando el desaguisado ya estaba hecho. Usted en efecto fue el último en rendirse ante el poder, pero ha pactado con el franquismo como los demás. Tarradellas permaneció en silencio”.

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