“Pero un bien que nace de un abuso siempre es un mal en otros aspectos”. B. Constant

Con qué facilidad la prensa de este país sólo es independiente para analizar al contrincante. Cuánto candor, en cambio, para observar a los amigos. Listos para con unos, tontos con los otros. Las facciones se amontonan, se confunden, se homologan unas a otras. Pierden las luces y mutan en ingenuos, en pánfilos. Un mismo autor puede decir que el Rey es el primer monarca demócrata que hemos tenido y a los dos días afirmar que el sistema político español está podrido (Raúl del Pozo). En el mismo periódico su director (Pedro J.) pregona su perspicacia al ver las maniobras socialistas en los ochenta, en contra de la supuesta joven democracia española, y cuatro líneas después no acaba de entender cómo Aznar no llevó a cabo la regeneración que prometía, y mira que han pasado años y sets de pádel desde entonces.

Para los del otro lado la corrupción moral en la que viven les permite mantener la opinión perversa de que la bondad de los actos del pasado, por su bondad, nos disculpa de la maldad posible de los del futuro. Con este pensamiento A. Elorza apoya a Garzón en el País: “Nada cuenta para los afines ideológicos a Gürtel que antes Garzón entrase a fondo en el espinoso asunto de los Gal o que luego…” y enumera actuaciones que justifican el comportamiento del juez sin percatarse del hombre de la contrahecha moral que nos presenta.

Pero nosotros echamos de menos, ahora que Garzón se aproxima a la culminación de su carrera como personaje público, una reflexión más pertinente, esa que debería hacer un abogado del diablo en el proceso de beatificación que está llevando a cabo la iglesia de la mucha PRISA.

Así pues nos erigimos en abogado del diablo y como tal decimos lo siguiente:

Al considerar que las desdichas actuales de Garzón son consecuencias de torpezas antiguas, le aconsejamos que se consuele con el pensamiento de que estas desdichas las ha elegido él mismo, así se sentirá más cerca de la divinidad.

Como durante un tiempo, antes de ser elevado a la categoría de héroe, va a malvivir en el estado larvario de mártir, al abogado del diablo le compete inundar de sospechas las inteligencias de los adeptos.

Pero nuestro papel es reglamentario, no malicioso. Es a cara descubierta porque somos Promotores de la fe garzoniana, ese elevado estado de la justicia que permite a un juez usar de la razón ”democrática” para sus altos fines. Por eso lanzamos antes de despedirnos una última sospecha sobre el bendito mártir, sobre el carnero propiciatorio.

A la fuerza irresistible que empuja a alguien a hacer las cosa mal pudiéndolas hacer bien Edgar Allan Poe la llamó EL DEMONIO DE LA PERVERSIDAD.

A nuestro negociado han llegado informes que aseguran haber visto a este daimon, a este demonio, susurrándole a Garzón la manera idónea de llevar el procedimiento para que los del caso Gürtel se vayan de ROSITAS.

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