La mirada de la sabiduría teje los tiempos

La Escuela de Atenas. Rafael Sanzio de Urbino

Resulta enormemente complejo delimitar el cuadro o la pintura más hermosa de la historia. La Escuela de Atenas es una muestra de la belleza que se despliega, en la proporción, en los medios expresivos, … Desde su germen. Desde el interior de la búsqueda de la idea, en el antropocentro racional hasta el exterior pleno de pasiones cromáticas que suenan en equilibrio al ritmo de la perfección creativa. Nace desde ese centro para extender sus ideas hacia el futuro.

Mientras Aristóteles quiere “pragmatizar” fuera de su tiempo y de los tiempos al Timeo celeste, con su mano hacia el suelo, Hipatia (¿o quién sabe si se trata del joven Francesco Maria della Rovere?) habla, piensa hacia el pasado y el futuro, incluyendo al espectador dentro de la imagen. Es una mirada enigmática que nos hace viajar por los versos de Pietro Bembo hasta llegar al “dulce mirar ” de Gutierre de Cetina, discretamente penetrante, que no envidia a Mona Lisa, ni mira el firmamento matemático o infinito. Solamente mira. A las personas sencillas y complejas, ricas o pobres, lejanas o cercanas. Para llamarlas desde un lugar invisible. Para sumergirlas en proporciones bellas, profundidades áureas, caleidoscopios sonoros, y mil y una líneas de contrapuntos mágicos que enredan, en su esfera armilar, la cúspide de la pintura. ¿Qué guarda su mirada? Se dilatan, una y otra vez, paralelas verticales, horizontales, diagonales, radios y diámetros que recorren el diálogo platónico desde un icosaedro que casi girase hasta descubrirnos la circunferencia. Encontramos la gran pirámide egipcia, un gigantesco triángulo isósceles, delimitado por giros dorados que se funden y se pierden en la dimensión eterna, vertical, horizontal y cúbica, en el alma de los arcos romanos imperiales que fuesen el proyecto de la basílica diseñada por Bramante.

Rafael, cual artífice timeico que conecta al ser humano con el cosmos, busca la belleza tomando como modelo aquello que es inmutable. Aglutina la belleza apolínea y la sabiduría, la energía y la fortaleza de la guerrera Atenea. Une todo el saber de su tiempo para ofrecérselo en una bandeja áurea a monstruos compositivos y artísticos del futuro, como Velázquez en Las meninas, o Picasso en El Guernica. Permanece Rafael impasible, elegante ante el paso del relativo tiempo de las materias oscuras, o de las búsquedas de la iluminación, tendiendo firmemente un puente entre la antigüedad clásica y todos los presentes, para impulsarnos con grandeza y verdad, siempre hacia adelante.

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1.-Situado en el centro de la composición.
2.-Timeo, Platón
3.-En el primer plano, a la izquierda.
4.-SONETTO V. (XX.)

“ APOLLO, quando a noi si mostran fuore
L’alme luci, e le chiome crespe e bionde,
Deh perchè sì veloce in mezzo l’onde
Ti attuffi, e privi noi di sì dolci ore?

Forse paventi in te novello amore,
Qual già sentisti in quella, ch’or ti asconde
La data scorza e l’onorata fronde,
Che sprezza Giove irato e ‘l suo furore?

Stolto deh non fuggir quel, ch’altri brama;
Non schivar quel , che tanto piace altrui;
Resta a veder la bella donna meco:

E se natura, o ‘l ciel pur ti richiama
In altra parte, mostra lor, per cui
Fermasti il corso, e fermeransi teco.”

5.-“Ojos claros, serenos,
Si de un dulce mirar sois alabados,
¿por qué, si me miráis, miráis airados?
Si cuanto más piadosos,
Más bellos parecéis a aquel que os mira,
No me miréis con ira,
Porque no parezcáis menos hermosos.
¡Ay tormentos rabiosos!
Ojos claros, serenos,
Ya que así me miráis, miradme al menos.”

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