Mensaje de Navidad de S.M. el Rey Vergüenza coronada El mensaje de Navidad de este caballero que es jefe de Estado, lleva años cayendo en picado en las mediciones de audiencias. Es lógico, la gente tiene cosas más importantes que hacer antes que escuchar las insustancialidades de la caduca y antidemocrática institución que es esta Monarquía fruto de una desastrosa y fraudulenta transición.   La Corona se había paulatinamente ausentado de la primera escena de la sociedad española, relegada a un discreto proscenio de penumbras que sólo se despejaban de sus telarañas en la llamada “prensa del corazón”, auténtico pulmón artificial de la Monarquía en lo que a presencia social se refiere. No obstante este año parecía que la audiencia iba a incrementarse debido al escándalo que ha revelado que la casa Real es tan real como cualquier otra en cuestión de corruptelas. Pero no, ni por esas. No ha logrado remontar la baja audiencia que cada año viene registrando el plomazo de este "funcionario" vitalicio nombrado a dedo vía hereditaria. Luego, cargo político a todas luces ya que no pertenece a la carrera funcionarial puesto que no ha aprobado ninguna prueba, oposición o concurso-oposición que definen la profesión de funcionario.   En definitiva, cargo político sin elección por parte del pueblo español vía directa de ese pueblo mediante proceso electoral, ni siquiera vía indirecta a través de representantes elegidos por ese pueblo.   Pero este año ha habido un detalle que ha resultado escandaloso en lo que es el mismo mensaje navideño: cuando este caballero ha declarado en el mensaje a la Nación que nadie debe estar por encima de nadie en lo que a la Justicia se refiere… (!).   Si este individuo tuviera un mínimo respeto por el pueblo español, una de dos: o no hubiera dicho eso que ha dicho; o renunciaría a la Corona de inmediato, ya que la Constitución le declara IRRESPONSABLE judicialmente.   Pero este personaje no tiene, nunca ha tenido, la más mínima decencia ni nada que se le parezca. Y por lo tanto lleva ya instalado desde que el enjuague que el franquismo hizo con “su” –casi diríase que leal- oposición, en el Reino (nunca mejor dicho) de lo inverosímil hacia el más mínimo ápice de dignidad y de respeto con el pueblo del que se ufana en ser representante… sin elección de ese pueblo, por cierto.   Pero el otro expediente vergonzante ha venido de la mano, la boca más bien, de los políticos del Régimen, de esta partidocracia donde la Corona juega un papel más importante que el que pueda sugerir su apariencia limitadamente presencial en la sociedad española en los últimos años.   Las dos columnas del Régimen, PP y PSOE, han hablado al respecto del mensaje televisivo de marras por boca de sus portavoces respectivos. Y el sonrojo se ha agudizado a extremos teñidos no de sangre pero sí casi de sudor de espanto y lágrimas de rabia, cuando las dos “bocas” de esas dos columnas han evacuado sendos panegíricos de adulación al mensaje del “funcionario” a “dedo” hereditario.   Es un hecho que las organizaciones de la partidocracia nos han apeado de la condición de ciudadanos. Pero lo que se va evidenciando cada vez con más sólida evidencia es que también nos exilian de la condición de adultos, porque pretender que nos traguemos sus pestilentes odas a la crema de la adulación hacia el “funcionario” hereditario, nos sitúa en la consideración de ingenuos infantes a los que aprovisionar de creencias constructoras de un espejismo que nuble la vista de una realidad no recomendable para tiernas conciencias.

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