James & Mildred Gobierno y oposición Estaba el primer ministro muerto de sueño en Bruselas cuando descolgó el teléfono para hacer dos llamadas. Primero llamó a su amigo George Osborne, ministro de economía, para informarle de que acababa de utilizar el derecho de veto ya que la propuesta franco-alemana no contemplaba ninguna garantía adicional para el negocio financiero del Reino Unido. Osborne le dió ánimos y le dijo que su decisión uniría al partido y quizás al país en tan difíciles momentos.   Acto seguido Cameron bostezó y marcó el móvil de Nick Clegg. En su casa de Sheffield, Miriam González, esposa del viceprimer ministro, agarró el celular girándose ágilmente entre las sábanas.   – ¿Quién llama a estas horas? ¡ Son las cuatro de la mañana!   – Sorry, -contestó el primer ministro- no quisiera interrumpir sus sueños.   – Darling, debe ser David que está en Bruselas – se oyó exclamar a Nick desde la cocina.   – Sí, si muy bien. Yo como miembro de tu gobierno obviamente me solidarizo contigo. Sí, claro, ya sabíamos que pasaría. Esto excede con mucho lo que podemos presentarle al parlamento y al pueblo británico. Y Nick se fue a dormir.   El domingo por la mañana Clegg acudió a la BBC al programa de Andrew Marr. Allí se mostró amargamente preocupado por lo dicho y hecho por el gobierno de coalición al que pertenece y afirmó, entre otras cosas, que no había ningún bulldog en medio del Atlántico en alusión al símbolo de la resistencia británica durante la segunda guerra mundial. El lunes Clegg decidió que tenía que hacer un gesto y no acudió a su puesto de trabajo en la sesión parlamentaria en la que Cameron informaría a la cámara de lo acontecido el viernes en Bruselas.   Tiene que quedar claro -le dijo a Miriam- que yo sigo teniendo criterio.   Y ayer lunes 12 de diciembre preparó el desayuno de los niños, ya que colabora en las tareas domésticas al 50 por ciento.   – Estoy contento -dijo a la nanny cuando le abrió la puerta de servicio-. Esto cada vez se parece más a Bruselas.   – Sí -dijo la nanny- aquí como allí no elegimos al gobierno.

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