Las votaciones de ratificación de una lista de “amiguetes” (la amistad verdadera en política sólo es concebible en los luchadores por la libertad para todos y luchadores de ese tipo no son precisamente ellos) a las órdenes de un jefe de partido, celebradas el pasado 20 de noviembre de 2011, y los consecuentes y lógicos debates posteriores sobre el ganador y el perdedor (siempre es perdedor la sociedad civil española por no tener representación ni gobierno democrático en la monarquía de partidos ) ocultan dos cuestiones transcendentales para la conquista de la libertad constituyente y de la República Constitucional en España.   Me refiero, en primer lugar, a la tasa de abstención activa que se ha producido, abstención que ha llegado al 30 % de los que tenían que votar, y que ha sido tratada exclusivamente y de forma magistral en Radio Libertad Constituyente y en el presente diario; ya que, en cambio, en los demás medios de comunicación el escándalo es evidente: ni una palabra al respecto ¡ cómo si fuera una cuestión baladí el rechazo a la partidocracia por parte de diez millones de españoles en edad de votar que se han abstenido, y con la situación económica y social en la que estamos con más de cinco millones de parados, ocho millones de pobres y recortes sociales hechos y más recortes por hacer !   La abstención activa es un avance significativo para la conquista de la libertad política colectiva pues deslegitima a la partidocracia y está planificado así por nuestra filosofía de la acción constituyente, y el segundo avance trascendental es uno que ha pasado más desapercibido por ahora en medio de los debates anteriores, y es el siguiente: ya nadie considera al MCRC un movimiento que pretenda la conquista del poder político o la conquista del poder del Estado.   Por fin nos consideran como lo que somos: unos luchadores por la libertad de todos, la libertad política colectiva, y no como unos “políticos más, ya sean de izquierdas o de derechas, que quieren trepar y obtener privilegios a cargo de los impuestos de los demás”.   El movimiento ciudadano hacia la República Constitucional ha conseguido, por fin, una gran victoria en la opinión pública española: la difusión de la verdad de la libertad política colectiva ya no se ha interpretado como un nuevo intento ideológico de conquista del poder o de conquista del Estado.   Al respecto escribe Antonio García-Trevijano en Libertad Constituyente, página 60: “En las sociedades de consumo y ocio y espectáculo (circo y pan ofrecía Roma en su decadencia, telebasura y fútbol millonario ofrece la partidocracia en la suya, añado yo) no son pertinentes las estrategias del doble poder, definidas por Lenin y Gramsci, en coyunturas históricas de excepcional violencia civil, como métodos de conquista del Estado. Si el propósito no es la conquista del Estado, como en los tiempos del fascismo y del comunismo, ni su eliminación como en la creencia anarquista, sino la apertura de un período de libertad política constituyente en la sociedad civil, no hay lugar propio para la violencia (España no es Egipto- añado yo)”.   Dos circunstancias históricas han ayudado al efecto: a) la caída del comunismo soviético y la desaparición definitiva de la guerra fría en los años noventa del siglo XX en toda Europa que implicó el desprestigio de la política ideologizada en la juventud y el desencanto ideológico en los menos jóvenes, y b) la necesidad de un cambio fundamental en la organización política determinado por la crisis económica y social a la que la partidocracia no puede ofrecer una solución democrática y aceptable por el pueblo.   La pérdida de interés por la política ideologizada ha permitido que la sociedad civil se pregunte por cuestiones de las reglas del juego político previas a la elección de una ideología u otra. Y la crisis económica ha impulsado las movilizaciones populares y, con ello, el interés por las ideas y los ideales que den una solución racional a la falta de democracia, pues el pueblo intuye que con una verdadera democracia no pasaría lo que está pasando, es decir, que una minoría social (el 1%) conserva y aumenta sus privilegios y la gran mayoría social (el 99 %) aumenta en su miseria y falta de derechos.   Estos dos avances (el de la abstención activa y el de la nueva consideración espiritual de la lucha del MCRC) están motivados, entre otras razones, por las dos circunstancias señaladas, y nos aporta la seguridad de la victoria de nuestro ideal, pues ya nada ni nadie puede detener el espíritu de libertad colectiva que ha prendido en los corazones de los españoles: hay una solución y esa solución es la libertad con mayúsculas.

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