Aunque hay candidatos presidenciales en España, como en cualquier partidocracia, no hay elecciones presidenciales. Las elecciones generales son legislativas. Después, los gobiernos se forman por investidura del poder ejecutivo en la propia cámara legislativa, por mayoría absoluta, sin separación de poderes. Los jefes de los partidos, que se ponen a sí mismos en cabeza de la lista electoral, aspiran a obtener la mayoría en el congreso que les permita ser elegidos Presidentes del Gobierno. No los eligieron los votantes como candidatos ni los eligen los diputados el día de la investidura. Todo es una ficción.   Alfredo Pérez Rubalcaba y Mariano Rajoy acudieron ayer a la llamada de la Academia de la televisión para celebrar el único debate entre los dos cabezas de lista por Madrid de sus respectivos partidos. El debate se realizó dividido en tres bloques: primero economía y empleo; segundo “políticas sociales” y un tercer bloque sobre “calidad democrática”, instituciones y política exterior.   En el primer bloque fue claramente superior Rajoy. Bastó con recordar a los espectadores el papel notable de Rubalcaba en el Gobierno de Zapatero durante el que se han destruido más de tres millones de empleos. Rubalcaba no supo contra atacar; carece de la inteligencia de la maldad que sí tiene Felipe González. Sólo trató de inducir en los votantes el miedo a perder el seguro contra el desempleo y la anacrónica seguridad laboral de los convenios colectivos si gana el PP.   El plan de Rajoy: flexibilidad laboral para que los ajustes de la economía frente a la crisis no se realicen mediante la pérdida de puestos de trabajo y reducir el gasto público mediante el desarrollo de la Ley de modificación de la Constitución sobre el déficit público. Rajoy espera que reducir el déficit hasta la exigencia europea, adaptar el gasto estatal a los ingresos fiscales en un entorno recesivo, sea suficiente para crear empleo y hacer crecer la economía.   El plan de Rubalcaba: pedir a Europa que retrase las medidas de austeridad dos años, como si la economía pudiera suspender arbitrariamente su desmoronamiento. Sobre el ahorro en las administraciones públicas: eliminar las diputaciones para eliminar duplicidad de competencias y el coste de unos 1000 cargos políticos. La magnitud del ahorro de la propuesta apenas si alcanza los 3000 millones de Euros frente a una deuda pública de unos 700.000 millones. El verdadero agujero se encuentra en las propias autonomías que deberían ser vaciadas de competencias hacia la administración central para eliminar el grueso de las duplicidades y hacia abajo a los ayuntamientos, que es donde se suministran al final los servicios públicos. Pero ese plan queda fuera del alcance de los partidos estatales, de la clase política, porque es en las autonomías donde han conseguido armar un aparato burocrático y unas redes clientelares demasiado grandes para caer sin llevárselos a ellos por delante.   El segundo bloque sobre política social se centró en la dualidad de la gestión público-privada de los servicios públicos: sanidad y educación. Rajoy zanjó toda posibilidad de realizar demagogia de la igualdad del PSOE cuando recordó la estadística de Eurostat sobre la desigualdad entre los ingresos de los españoles: estamos en el puesto 24 de 27 en la UE, sólo por detrás de Lituania, Letonia y Rumanía. La desigualdad de ingresos ha aumentado un 38% durante los Gobiernos del PSOE de Zapatero. Aunque Rubalcaba intentó sin éxito contrarrestar estos datos con la subida de la pensión mínima que afecta a más de tres millones de pensionistas.   El tercer bloque, en el que debían salir a relucir las causas institucionales de la crisis, el Estado de partidos, lo único que se mencionó fue la regeneración democrática de Rajoy, para re-regular a los organismos reguladores (CNE, CNMV, etc) en los que el PSOE está “colocando” a sus jubilados de la política activa ahora que se quedan sin puestos para todos. O la revisión de la proporcionalidad y el desbloqueo de las listas electorales que propuso Rubalcaba para incentivar la participación y mejorar la relación entre electores y elegidos. Como si los que hacen las listas y los que son incluidos en ellas no tuvieran ya buenas relaciones.   Como conclusión, Rajoy anuncia que buscará la participación de todos. Una llamada a la unidad para que el consenso de toda la clase política amortigüe el golpe de la crisis. Es el punto que ya se ha alcanzado en Grecia con el Gobierno de unidad nacional. Y Rubalcaba hizo un llamamiento para acudir a las urnas. Sabe que la abstención es el principal enemigo del PSOE.   No se debatió nada sobre lo importante: ¿cómo se va a reducir el interés que debemos pagar por la deuda pública? ¿Podemos llegar a algún acuerdo internacional con Italia, Portugal y Francia? ¿Debemos permanecer o salir de la Unión Monetaria, el Euro? ¿Cómo acelerar las economías de los países mediterráneos para no ampliar la diferencia en la Europa de dos velocidades? ¿Cómo abordar una verdadera Unión de Estados de Europa? Nada. No se habló de Europa, ni del Euro, ni de Grecia. Los partidos presentan candidatos de bajura. El medio millón de euros que ha costado el montaje sólo ha conseguido resaltar la ausencia de debate, cuyo moderador, Manuel Campo Vidal, Presidente de la Academia de la televisión, valoró con el calificativo de “apasionante”. Apasionante bajura de miras de lo más alto de la comunicación. Rajoy no llega al aprobado, Rubalcaba suspende. Los españoles no podemos soportar más la ausencia de libertad política que nos condena a la pobreza, la incultura, el anti progreso y la regresión de libertad. Lo esperable de un régimen de oligarquía política.

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