Van Rompuy con el presidente del Gobierno de Grecia Es imposible que pueda generarse ningún liderazgo político verdadero mediante un sistema electoral que sólo alcanza para elegir el paquete de turistas que un partido estatal envía por vía de lista cerrada al parlamento europeo, ese magnífico circo moderno que sólo sirve como órgano consultivo y ratificador. No hay timón institucional europeo a la vista desde Bruselas. Y si no está a la vista es que no lo vemos. La actuación del poder ejecutivo europeo hoy, bajo el Tratado de Lisboa, consiste en imponer la normativa que los gobiernos nacionales han de imponer y a la que se someten como límite a su libertad de acción. O sea, que funcionalmente, el poder ejecutivo europeo controla a los gobiernos nacionales, estableciendo mediante la Ley límites a su potencia. Exactamente la misma función en la cadena de control del poder que la que ocuparían los parlamentos nacionales si en ellos cupiera la representación de la sociedad civil. ¿De quién es representativo el ejecutivo europeo?   La comisión europea, órgano ejecutivo cuyo presidente es el portugués Durao Barroso, produce una ingente cantidad de normativa, ratificada por el paquete de turistas en el parlamento de Bruselas, que hace a la vez de corsé y de impulsora de nueva legislación nacional. Lo hemos visto con claridad, por la manera burda en que saltan por encima de todas las barreras burocráticas, formales, protocolarias, legales, y de lo que haga falta, para que se tomen medidas excepcionales por decreto tras llamadas telefónicas del Presidente Obama y de la Canciller Merkel a la Moncloa.   Para crear al menos la apariencia de liderazgo europeo, la comisión se inventa el puesto de Presidente del Consejo Europeo, y para darle prestigio se nombra Presidente al desconocido Van Rompuy, nunca elegido en ninguna elección con sufragio universal. Los turistas del parlamento ratificaron su elección, sin saber quién lo eligió.   La próxima idea genial para Europa se está anunciando a la opinión pública: el Gobierno Económico de Europa. Un despacho de burócratas tecnificados provenientes de las escuelas de negocios y de los consejos de administración de grandes corporaciones, que administrará los territorios de Europa regando austeridad presupuestaria y recaudando lo mejor de la cosecha social: el futuro de la juventud y si no se detiene el proceso, el de generaciones por venir.   ¿Cuál sería el papel de la población si fuera verdadera la representación política que ejercen los parlamentarios europeos? Sin duda proliferarían las protestas dirigidas a las oficinas de los representantes con la exigencia de terminar con esta manera de regular el sector del crédito y la inversión para que no queden las decisiones cruciales en manos exclusivas del ánimo de lucro sin reparo moral. Europa, eureka, Europa.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí