Miguel de Unamuno No, por favor, llámame Alfredo Estamos Miguel de Unamuno y yo en la isla de Fuerteventura, ese pedazo de Sahara ausente de África y desorientado en el Océano Atlántico. No nos hemos visto aún, ya que él está en 1924 y yo en 2011. Sin embargo, hoy, al bajar de la habitación y pasar por recepción con ese despistado despiste que me caracteriza, escuché una voz: “¡Don Jorge, don Jorge ,,,! Era Úrsula, rubia y con traje de chaqueta beige.   – Hola, buenos días. – Buenos días. Va a tener usted una jornada excelente. No hay una nube en el cielo. Aquí tiene un telegrama que acaba de llegarle. – Oh, muy amable. Como siempre iba pensando en mis cosas … – No se preocupe … los escritores caminan un poco alienados … – Yo diría que estamos un poco locos. Hasta luego.   Cogí el telegrama y lo abrí al instante. Era de D. Miguel y decía simplemente: “Me duele España. No deje de visitar la península de Jandía”. De inmediato inferí que si en 1924 a Unamuno le dolía España y en 2011, 187 años después, a mí y a otros muchos españoles nos sigue doliendo España, es que el refrán “No hay mal que cien años dure ni cuerpo que lo resista” es una pura patraña. Al revés, lo que no dura es lo bueno. Por ello los ‘cien años de honradez’ socialdemócratas no duraron ni un cuarto de hora. Y ya que estábamos en clave política me acerqué al DiarioRC para ver y leer lo que no había visto ni leído como consecuencia de mi viaje majorero.   Realmente, en cuanto uno se despista un momento, bien le dan en la cara con una tabla mesopotámica de escritura cuneiforme, bien lo meten en el Universo a través de ondas/corpúsculos, el experimento de la doble rendija, que nada tiene que ver con James Stewart y La ventana indiscreta, la teoría cuántica, los electrones o fotones y el 15-M. Lo primero que hice fue agarrarme bien a una columna para  no  ser abducido por un agujero negro y allí, pegado al mármol como una lapa, sospeché que ese día me habían atravesado demasiados neutrinos. Neutrinos, no cretinos, que, aunque proliferan por ahí, no tienen la facultad de atravesar la materia aunque sí la de enervar al personal hasta límites insospechados. El amigo Antonio Muñoz Ballesta había llevado la metáfora a tanta altura que hasta D. Antonio García Trevijano había apreciado y corroborado su escrito. Lo que les decía, que va uno un momento a comprar el pan y le birlan las metáforas. Siempre me gustó la física y la astronomía, pero, después de lo dicho por los dos Antonios, a mí, con pantalones pirata, sólo me quedaba extraer de ese excelente disertar que a los del 15-M le faltan bombillas, pilas o linternas. Vamos, que no ven ni en mono ni en dual. Porque yo, lo juro, no miré por la rendija en momento alguno.   Pero no fue un cometa el que me trajo a este folio virtual. Fue la alucinación en el sentido más puro. Ya saben que Rubalcaba, al que todo el mundo llama ya Burralcaba, se ha hecho dueño del garito y convocó al Comité Federal del PSOE para no decir nada más que más de lo mismo. Tópicos tan repetidos que dan ganas de salir corriendo. A España y a los españoles, ¿para qué nombrarlos? Lo importante es el PSOE y mantener la partitocracia. En su debido momento se hará pública la receta contra el paro – se podrá obtener en los centros de salud, previa entrega de la cartilla sanitaria – y se informará con luz y taquígrafos a la ciudadanía de todo aquello, corrupción incluída, que se ha venido practicando durante 33 años.   Pero si el discurso de Burralcaba tiene coña, más coña tiene aún el movimiento de rotación sobre su eje con carácter retroactivo que el Faisán de bellas plumas pero rostro a lo Nosferatu quiere poner en marcha. El nuevo genio de la socialdemocracia ha dejado el Gobierno para preparar cómo darnos el pego en las próximas Elecciones Generales. Y, como no podía ser de otra manera, ha comenzado con el parecer. No quiere ser Burralcaba, es obvio, pero tampoco Rubalcaba, consciente de que ese apellido provoca un cierto asco entre los españoles, sobre todo ahora que han emplumado a los tres comisarios que dieron el soplo a los asesinos de ETA, mientras la Justicia, presa del Ejecutivo, no sólo ni llama a declarar al Faisán sino que lo deja volar libre. El Ministro del Interior no sabía nada. Se enteró por la prensa. El caso es que el ser, el fondo, la moral, no importan. Importa lo de fuera. “No, por favor, llámame Alfredo”. Y todo se transformará en un arcoiris de felicidad. Es realmente esperpéntico, patético, asqueroso. En Ferráz han enterrado a Burralcaba Rubalcaba. Y ha nacido el mesías. Que se llama Alfredo. “No, por favor, llámame Alfredo, que eso suma votos”.   Y ya que hablamos de patetismos y caraduras, resulta que el antecedente de Alfredo – no el mono – que sigue siendo Felipe, ha dicho que el PSOE no le convence, de tal modo que continúa como militante pero ya no es simpatizante. Perdónenme, ¿ésto que diablos es? No he visto envejecer a una persona de forma tan demencial. Si no es simpatizante, es que no está de acuerdo con la ideología y la acción socialdemócrata. Sin embargo, sigue pagando las cuotas de militante en una gran demostración de coherencia. Yo creo que Alfredo, para entrenarse, ya ha comenzado a hacer de las suyas y le ha chupado la sangre al maestro del cabello blanco. Y me lo ha dejado gagá. Hoy dice una estupidez y mañana otra. Y, por el día, a dormir al ataúd. Siempre pensé que acabaría como un zombie desde el momento en que lo vi gritando contra los jueces cuando enchironaron a Vera y Barrionuevo, ladrones de Fondos Reservados y, al menos, cómplices o instigadores de asesinatos.   Estos impresentables ni siquieran merecen ser analizados – ellos y sus acciones – a través de la Ciencia Política ni del pensamiento. Cada día me doy más cuenta de que son simples mamarrachos que un día se reunieron para alumbrar la infame ‘transición’, no con dualidades ondas/corpúsculos sino con consensos traidores a España y a los españoles. Y en ello quieren seguir. De momento, el líder exige que le llamen Alfredo, como si fueramos amigos suyos. Ya veremos cuando decide travestirse a lo Leire Pajín o que el amigo Zerolo lo meta en el armario para luego sacarlo vestido de lagarterana. No olviden señores que todo eso suma votos. Sobre todo en un país desconcertante. A estos oligarcas ya no sólo no se les debería votar por partidócratas y falsos. La abstención activa es un paso en favor de la humanidad. No debemos ir a las urnas que ponen quienes caminan de nuevo hacía el primate. Aunque se llamen Alfredo.

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