Como no podía ser en otro lugar ha sido escuchada nuestra petición de clemencia. No fue tal, fue una cuestión de principio: el clan de sociópatas del consenso que había perturbado la marcha de la libertad, desde su misma llegada a Albacete provenientes de Murcia, no forma parte de la marcha de indignados. La decisión fue tomada ayer en asamblea: como ellos no renunciaban a sus prácticas mafiosas, para con el resto de la marcha, y vandálicas en su esencia, tendrán que tomar otro camino. Hoy en San Clemente se ha notado su ausencia, qué liberación.   La “marcha este” hace un llamamiento a cuantos indignados de los que iniciaron la marcha en Murcia y Alicante y que fueron depurados de la marcha por el deplorable comportamiento del grupúsculo que finalmente llegó hasta Albacete, se organicen para reincorporarse a la verdadera marcha de indignados de la que fueron desviados en cualquier etapa de la ruta que falta hasta Madrid.   Como consecuencia de las tensiones resueltas yo me he hecho cargo de coordinar la avanzadilla que cada día se encarga de anunciar nuestra llegada en el pueblo y preparar lugar de alojamiento y comida. La dignidad de la marcha exige eliminar prácticas que se estaban llevando a cabo que son impropias de una marcha popular; no hace falta citar ejemplos concretos. Para la mayoría de nosotros esto es lo más importante que hemos hecho en nuestras vidas, y vamos a darlo todo por nuestros ideales. Desde hoy la marcha ha de actuar internamente de manera coherente a lo que significa para el exterior: somos un símbolo: somos la resistencia al abuso, somos la cizalla que corta cadenas de servidumbre política.   Hoy en la asamblea he particularizado mis palabras en el altavoz sobre la figura de Rubalcaba, como encantador de serpientes, como ejemplo de lo que se va a convertir de ahora en adelante el M15M para los partidos estatales: un vivero en el que pescar. Todos van a proponer en sus programas publicitarios para las elecciones generales medidas que suenen como las del M15M. Lo tenemos claro, no nos dejemos embaucar por cantos de sirena, y menos por las sirenas de Alfredo, que son las de la policía.

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