El Pleno del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) presentará el próximo treinta de Junio un “documento político” (sic.) en el que solicita más autonomía presupuestaria y una reducción burocrática de medios consistente en rebajar el número de sus miembros, que actualmente es de veintiún vocales. La propuesta se hizo pública a través de la Vocal propuesta por el PSOE Dña. Margarita Robles durante un desayuno informativo organizado en Madrid por el Club Internacional de Prensa.   Sin concretar como puede llegarse a esa “mayor” autonomía financiera, ya que como ocurre con un embarazo aquí tampoco no caben las medias tintas (no se puede estar un poco embarazada), desde luego que la reducción de vocales tiene sentido en el actual orden de cosas de nuestra justicia dependiente e inseparada. Efectivamente, y como ocurre con el parlamento, la pluralidad de miembros del CGPJ es una pantomima para dar una imposible imagen de pluralidad. Bastaría que los jefes de los grupos parlamentarios nombraran un solo delegado en el órgano de gobierno judicial con cuota-valor de voto en función de la representación en el legislativo de quien le elije. Así tendríamos cinco o seis vocales en lugar de los veintiuno actuales llegando a equivalentes resultados en sus deliberaciones.   Igualito que en el Congreso de los Diputados, en el que sería suficiente que se reuniesen en un pequeño gabinete los jefes de los partidos invocando el valor proporcional obtenido por su lista para sacar adelante las leyes haciendo valer su cuota respectiva. Ni trescientos cincuenta en el parlamento, ni veintiuno en el CGPJ. Con seis en cada órgano, equivalente a los seis grupos parlamentarios, bastaría. Éste es el triste resultado de la ausencia de representación y de separación de poderes que rige los destinos patrios.   Tiene por tanto razón Robles en que el exceso de burocracia ha provocado un “divorcio real” entre el CGPJ y la carrera judicial, pero dicha burocracia trae causa del mandato imperativo de los partidos en el legislativo y de la elección por éstos de los máximos cargos e instituciones del judicial. La Vocal no se esconde. “El Consejo es un órgano político y lo digo sin ningún tipo de complejo”, dijo en la misma comparecencia, “a mí nunca me ha llamado un político. Ni los políticos llaman, ni los jueces se dejan llamar”. Claro, porque usted y sus compañeros ya saben de antemano lo que tienen que hacer y los deseos de quienes les nombran para su cargo. De la misma forma que saben que si no actúan en consonancia con los deseos de los partidos que les proponen su futuro en el puesto     y     las     prebendas     del     estado partitocrático al abandonarlo, ya sea en la jurisdicción, en el gobierno, en la dorada cátedra, o en la empresa “privatizada” para el amigo, se alejaran irremediablemente.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí