Paralelos Vulneración semántica de conceptos fundamentales Típico del discurso político es el uso de conceptos como LIBERTAD, IGUALDAD, DEMOCRACIA o JUSTICIA entre otros. A saber,   LIBERTAD: Facultad de obrar o no obrar / estado del que no es esclavo/ estado del que no está preso/ falta de sujeción e independencia, etc.   IGUALDAD: Conformidad de una cosa con otra en naturaleza, cantidad o calidad, etc.   JUSTICIA: Virtud que nos inclina a dar a cada uno lo suyo, etc.   DEMOCRACIA: Gobierno en el que el pueblo ejerce la soberanía/ Clase baja o plebeya.   Son concepciones básicas que marcan en términos absolutos un punto de partida, sin embargo, al tratarse de expresiones con amplio, complejo y abstracto contenido semántico sus diversas interpretaciones se multiplican convirtiéndolos en términos relativos según quién los utilice.   Se define al Estado Español como un estado social y democrático de derecho, y consecuentemente nos preguntamos ¿Que soberanía ejerce nuestro pueblo como gobierno de nuestro Estado? Quizás la dictadura funcional por la que se rige nuestro Estado se corresponde con la segunda acepción de democracia al considerarnos clase baja o plebeya, eso sí, salvando la exigua o inexistente cultura o formación de injertos de políticos que creen pertenecer a un status superior por el sueldo y cargo que ostentan. Esto se correspondería con el papel de súbdito, que de hecho nos consideran al otorgar el voto a una clase política déspota y corrupta. Si bien como ciudadano, individuo que mejor podría defender la primera acepción del término DEMOCRACIA, nunca se podría entender, como un Estado con 5 millones de parados pueda soportar a 86.000 concejales, 9.000 alcaldes, 17 presidentes autonómicos, 1.600 parlamentarios autonómicos, 350 diputados en Cortes (que no pagan I.R.P.F.), 300 senadores, 200 parlamentarios en Estrasburgo, 600 asesores presenciales, 20 ministros con sus adláteres; y paradójicamente a menor rango mayor sueldo. Hay alcaldes que cobran más que el presidente del gobierno, aunque en este caso es casi hasta comprensible, pues la demagogia elevada a la categoría de disparate mental, basada en defender la teoría del “federalismo simétrico” aplicándolo a España, es como desconocer la inexistencia de Los Estados Desunidos de América, o sea, una vez más la estupidez semántica confunde “evolución” con “involución”, para mayor abundamiento, se le nombra presidente y además se le asigna un sueldo. A no ser, que en realidad se esté aprovechando de los defectos de este sistema de reparto proporcional de votos, el cual permite pactos o alianzas entre radicales nacionalistas o terroristas legalizados si se prefiere, privando así a la mayoría, de la voluntad popular de que gobierne el partido más votado.   Sstas decenas de miles de vagos y maleantes (no todos), instalados en la administración pública, en contraste con una población en paro de casi 5 millones de personas….¿justifica aquella acepción de JUSTICIA por cuya virtud se inclina a dar a cada uno lo suyo?. ¿Qué tipo de “libertad de expresión” tenemos si no hay “libertad de pensamiento”?. La LIBERTAD concebida como facultad de obrar o no obrar se asesina deliberadamente condenándola a “no obrar” con el fin de no cambiar el sistema. ¿De que LIBERTAD hablamos? ¿La condicional como concesión al buen comportamiento de un preso, o a que no nos condenen por denunciar las perversiones del sistema?……Y de la IGUALDAD mejor no hablar, pues la última vez que a alguien se le ocurrió aplicarla como solución aritmética de las relaciones humanas desembocó en el rotundo fracaso del sistema socialista tradicional y de inspiración soviética, al condenar al ser humano a una clase social económica única, sistema definido tras la fallida experiencia, como “el sistema que administra con justicia la pobreza que genera”.   En todo caso, no se apela a tendencias o ideologías, tan solo a básicos conceptos semánticos y el deseo general de un cambio de sistema con cabida para todas las ideologías y representativo de la voluntad popular, la soberanía del pueblo, es decir, la DEMOCRACIA en su primera acepción.

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