Muertos votantes (ilustración: Alex Pérez) El día de los muertos votantes George A. Romero nos regaló en 1968 su ya clásica “Night of the living dead”. Desde aquel momento, el fenómeno zombi no ha hecho más que aumentar. No es necesario enumerar aquí la cantidad de películas y libros que se han dedicado al respecto. Incluso recientes series de televisión. Pero, ¿por qué esa fascinación por la no muerte? ¿Qué posee esa temática que tanto puede atraer a un sector de la población (entre los que me incluyo)?.   Una posible razón es la capacidad de transformar misteriosamente lo que es en lo que no es, el hecho innegable en su negación, la muerte en no muerte. Casi todas las historias de zombis tienen como común denominador el desconocimiento de la causa que origina la transformación. Se dan pinceladas, insinuaciones, pero rara vez queda claro, entre otras cosas porque no puede haber una explicación racional para lo sucedido (en ocasiones se recurre a un origen sobrenatural, pero entonces el argumento pierde parte de su “encanto”)..   La horda de zombis actúa por instinto, de forma pasional, sin detenerse a pensar sobre las consecuencias de sus actos. Les mueve su hambre de carne humana. Pero por muchos antiguos congéneres que devoren, su apetito jamás se ve saciado. Están condenados a la no satisfacción, al igual que a la no vida y a la no muerte..   Otro de los “encantos” de estos relatos es que siempre presentan a un reducido grupo de humanos, como si fueran los últimos reductos de ciudadanía y civilización, que deben sobrevivir a la amenaza zombi. Normalmente son ampliamente superados en número por los no muertos, están mal equipados, y no son héroes, sólo personas normales. Personas que no quieren dejar de serlo. A las que les aterra no sólo el hecho de morir, sino el haber perdido la certeza de que esa muerte es el descanso final: es transformarse, por un fenómeno inexplicable, en un muerto viviente. Vagar eternamente sin vida, sin conciencia, sin poder ser humano, ni siquiera en la muerte.   Por último, suele ser común que este pequeño grupo de humanos supervivientes tenga también conflictos. Se producen a menudo pequeñas rencillas, enfrentamientos, e incluso luchas que acaban mermando sus posibilidades de sobrevivir. El origen generalmente está en diferencias acerca del modo de enfrentar la amenaza. Sólo los pocos que permanecen unidos y trabajan en equipo tienen alguna posibilidad. Los que van por libre, o siguen caminos claramente erróneos, terminan alimentando a los zombis o uniéndose a ellos..   El 22 de mayo se desencadenará un nuevo día de los muertos votantes. Los colegios electorales abrirán sus puertas para tratar de transformar misteriosamente, con el acto de votar sin elegir, lo que es en lo que no es, el hecho innegable en su negación, la partitocracia en democracia. Una horda de zombis actuará por instinto, de forma pasional, movidos por un hambre de libertad que jamás será saciada. Están condenados a la no satisfacción, al igual que a la no libertad política. Las personas que no quieren dejar de serlo evitarán vagar sin libertad, sin conciencia, sin elegir, sin ser ciudadanos. Sólo la abstención activa puede enfrentar la amenaza, manteniendo la integridad moral y personal. Aquellos que sucumben a la tentación de las urnas, acaban alimentando a la horda o uniéndose a ella. Es más necesario que nunca recurrir a la guía de supervivencia zombi*.

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