Los pacifistas tradicionales no han tenido eficacia contra la guerra. Su oposición está basada en consideraciones humanitarias. Todo el mundo las comparte en tiempos de paz y apenas nadie en momentos de tensión bélica. La historia moderna, ofrece, sin embargo, argumentos prácticos que podrían servir de base a una nueva concepción del pacifismo. La idea crucial no proviene de la filosofía moral, sino de la experiencia. Durante los últimos doscientos años, la victoria militar ha colocado al vencedor en una situación, ante el mundo, peor que la del vencido.   La primera vez que se tuvo conciencia de esta paradoja fue en la guerra de Suez (1956). Al principio se pensó, pareciendo tan raro lo que se veía, que las derrotas de Gran Bretaña, Francia e Israel, victoriosas en el campo de batalla, y el triunfo de Egipto, vencido militarmente en la península de Sinaí, eran debidas a una pura contingencia histórica. La primera potencia emergida de la Segunda Guerra Mundial imponía a sus aliados su voluntad imperial para sustituirlos en la dirección del proceso descolonizador.   Al comprobarse, después, que se producía idéntico resultado en la guerra indo-paquistaní (1965) y en la aplastante victoria militar de Israel sobre los árabes (1967), algunos cayeron en la cuenta de que el mismo fenómeno había tenido lugar en la guerra de Corea, en las dos guerras mundiales, en la ruso-japonesa, en la franco-prusiana, en las napoleónicas.   El extraño fenómeno se revelaba como una constante de la historia moderna. Aunque habría que investigar las causas que lo producen, la sola constatación de los desastres políticos y económicos a que conducen las victorias militares debería bastar para disuadir a los Estados de emprender guerras ofensivas, y de correr el peligro, en las preventivas, de retener territorios ocupados. El general del imperio bizantino, Belisario, lo advirtió: “La verdadera victoria consiste en forzar al adversario a abandonar su fin con las menores pérdidas posibles. Obtenido este resultado, no se saca ninguna ventaja de ganar una batalla”.

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