Protestas en Egipto (foto: murolodaniel) Revolución-Contrarrevolución   La mañana del viernes 28 de Enero el pueblo egipcio amaneció con todas las comunicaciones cortadas, sin internet, sin telefonía móvil. El dictador Mubarak pretendía amputar la organización de las protestas que habían comenzado días atrás, tras el derrocamiento tunecino. El aislamiento mediático tuvo un efecto explosivo sobre las masas que se organizaron en multitudinarias manifestaciones pacíficas pidiendo la dimisión de Mubarak por todo el país al grito de “Ilegítimo”. Al medio día la policía comienza a disolver los manifestantes disparando gases lacrimógenos, balas de goma, y munición real, produciendo decenas de muertos y cientos de heridos. Se observan grupos de policía no uniformada apaleando ciudadanos. La policía no logra dispersar a los manifestantes y la batalla comienza, las masas avanzan contra la policía en Suez y Alejandría donde rápidamente son sobrepasadas en número viéndose a la policía uniformada marchando con los manifestantes.   En El Cairo, la caída de la policía no es tan rápida. Se libra una batalla de más de diez horas en el puente 6 de Octubre que cruza el Nilo y conecta los suburbios con el cuartel general del NDP, el partido en el poder desde hace 30 años. La policía retiene el control del puente con dos tanquetas tras múltiples cargas. Aproximadamente a las 17 horas se observa la primera tanqueta del ejército del lado de los manifestantes, que es recibida con vítores por éstos. El papel del ejército en ese momento no es claro ya que Mubarak había declarado el toque de queda a partir de las 18 horas. En este momento los manifestantes parlamentan con la policía para poder realizar en paz la oración vespertina. Los manifestantes oran arrodillados, sobre el asfalto, mientras la policía los vigila a distancia, manteniendo las posiciones.   Hillary Clinton demanda el restablecimiento de las comunicaciones y que el gobierno se comprometa con la población a realizar reformas económicas y políticas. La televisión estatal egipcia recuerda al ejército que Mubarak es su jefe y que existe un toque de queda. Los manifestantes, acabada la oración, prosiguen los enfrentamientos con la policía desafiando el toque de queda. El ejército no dispara contra la multitud y las tanquetas militares marchan en columna sin conocerse su dirección. Al caer la noche, las llamas anuncian que el cuartel general del NDP ha sido asaltado e incendiado por los manifestantes. La policía desaparece de las calles. El museo de antigüedades de El Cairo corre peligro de incendio al encontrarse al lado del cuartel general del NDP; no acude ningún equipo de extinción. Mubarak sigue en silencio. Se forma un cordón de ciudadanos protegiendo el museo de antigüedades. El ejército no ha hecho cumplir el toque de queda y la noche es del pueblo. Mubarak, en silencio toda la jornada, sin policía y con el ejército sin cargar contra la población, anuncia a media noche que disolverá a su gobierno y que nombrará uno nuevo. El pueblo ha ganado la batalla contra las fuerzas represivas del gobierno.   La mañana del sábado 29 es de celebración, la multitud ocupa las calles celebrando la victoria sobre la policía del régimen que los ha mantenido en estado de excepción durante 30 años. El ejército protege las instituciones del Estado, no celebra con los manifestantes, pero no carga contra ellos. En estos momentos, Mubarak no tiene policía, no tiene gobierno y el ejército no disuelve a los manifestantes que son dueños de las calles y los edificios policiales. Mubarak ha perdido la autoridad y los medios de represión. Sin embargo, todavía posee la TV estatal y la visible inhibición del ejército. El toque de queda para la jornada del sábado se avanza dos horas con respecto al día anterior. Con la policía ausente, con muchos de sus cuarteles asaltados y reducidos a cenizas, la incertidumbre reside en el papel que jugará el ejército.   Tras el mediodía Mubarak retoma la iniciativa y nombra un vicepresidente, Suleiman, jefe de la inteligencia, y un primer ministro, ex comandante de la fuerza aérea, ambos ex militares. La escenificación solemne a través de la TV estatal llega a todos los rincones del país. La multitud se congrega en la plaza de la liberación en El Cairo desafiando el toque de queda y pidiendo la dimisión de Mubarak. La TV estatal advierte del peligro de todos aquellos que permanezcan en las calles bajo el toque de queda y difunde imágenes de destrozos en el museo de antigüedades de El Cairo. Existen informaciones no confirmadas de que hay soldados apostados con ametralladoras en la sede de la TV y de que dispararán contra la multitud si intentan acceder al edificio. El ejército dispara contra algunos manifestantes que intentan acceder al ministerio del interior. Mohamed Elbaradei, antiguo jefe de la agencia internacional de la energía atómica, opositor al régimen de Mubarak y en Egipto desde el viernes, declara en la televisión Al Jazeera que el Estado colapsará si Mubarak no deja el poder y reclama al mismo tiempo un nuevo sistema de gobierno tras treinta años de régimen Mubarakí. La hermandad musulmana, grupo islamista opositor declara que no presentará ningún candidato si se convocan elecciones presidenciales. El pueblo sigue acampado en la plaza de la liberación durante toda la noche y se organiza en milicias de barrio para la protección de la propiedad privada mientras la TV estatal sigue reportando casos de saqueo de viviendas y comercios privados, algunos de los cuales, según testigos, son cometidos por la policía secreta.   La mañana del domingo 30 la ciudad aparece tomada por el ejército. En la Plaza de la Liberación se han reunido miles de ciudadanos y jueces exigiendo la dimisión de Mubarak, desafiando un día más el toque de queda. Cazas del ejército sobrevuelan rasantes la plaza intimidando a los ciudadanos. El ejército no es recibido por los manifestantes como lo había sido el viernes 28. A las 17 horas Mohamed Elbaradei se reúne por primera vez con los manifestantes en la plaza de la liberación. Mubarak sigue en el poder, el ejército no apoya abiertamente las peticiones del pueblo, y la oposición política interna no ha podido hacerse oír a través de la TV estatal, que sigue en manos de Mubarak. Las masas se guiaron por sentimientos de liberación reprimidos, lo que les hizo atacar el cuartel general del partido gobernante y a la policía, olvidando un objetivo estratégico vital como la televisión estatal que a día de hoy extiende el poder en Egipto.

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