La solidaridad, al banquillo   Los graves sucesos ocurridos en el Aaiun, donde un campamento de ciudadanos situado a las afueras de la ciudad ha sido atacado y destruido por la policía y el ejército marroquí, provocando muertos y desaparecidos, y cuya acción represiva se ha visto extendida con el cerco y el pillaje a los comercios y ciudadanos de origen saharauí en los barrios destinados al hacinamiento de los mismos, deben poner en cuestión todo el movimiento solidario pro saharaui surgido en España, en especial aquel financiado con fondos públicos.   Desde el año 91 en que se creó la MINURSO, el fracaso de esta misión de la ONU ha progresado, bajo las trabas y chantajes continuos del gobierno marroquí y sus aliados occidentales, hasta culminar en la sangrienta represión que estos días ha golpeado a un grupo de ciudadanos acampados en reivindicación de mejoras sociales y políticas dentro del reino autocrático alahuita. El inaudito bloqueo informativo a día de hoy, nos hace valorar con imprecisión el resultado de esta acción de terrorismo de Estado. Y si en este diario nos ocupamos de estos terribles hechos es porque son marca de origen del actual régimen monárquico. Hassan y Juan Carlos decidieron, sentados en una mesa, el futuro político y nacional de cientos de ciudadanos españoles, como si de una partida de ganado vacuno se tratara.   En el dibujo geoestratégico del imperio americano, esta acción marroquí, solo puede aportar mayor inestabilidad a una zona ya de por sí castigada por una autocracia generadora de pobreza y extremismo religioso. Aquellos elementos moderados que abogaran por una autonomía de la region en contra de la independencia se verán arrastrados,   sin   duda,   hacia   esta   última posibilidad como única alternativa de libertad política. Mientras los expolios de la comunidad saharaui en los territorios ocupados sean repartidos entre los colonos marroquíes, la rebeldía contra la tiranía alahuita será amansada con la indignidad del cinismo amoral y la ignorancia avara.   Durante estos años, un sinfín de asociaciones de solidaridad con el pueblo saharaui han surgido en el seno de la sociedad civil española. Ninguna ha podido influenciar la política de Estado con respecto a Marruecos, a pesar de contar muchas de ellas con afiliados de partido. Una política de Estado que se ha caracterizado por la venta de armas a Marruecos, la financiación de la solidaridad como estrategia antipolítica, y el buenismo e inoperancia en sus relaciones internacionales. España se ha convertido en el sexto país que más contribuye económicamente a financiar la ONU y no es capaz de arreglar ni uno solo de sus problemas fronterizos. Su capacidad de influencia a nivel internacional es nula, cuando no contraproducente, y la capacidad de sus ciudadanos para conformar la política de su Estado es inexistente.   Por todo esto, el movimiento solidario pro Saharaui debe pasar a la acción política y abandonar su complicidad con el gobierno del PSOE y con la monarquía si no quiere ser un diente mas del engranaje perverso que sustituye las pasiones políticas por la caridad exculpatoria, la sumisión al Estado, la hipocresía solidaria y el activismo autocomplaciente. No se puede seguir financiando a una clase política que tolera el Terrorismo de Estado, ni ser financiado por un Estado que impide la libertad política e impone la razón de sí mismo.

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