República (foto: Hector Milla) Cervantes, tetrapléjico Don Miguel de Cervantes Saavedra, el llamado 'manco de Lepanto', que nunca lo fue porque no sufrió amputación alguna y continuó en el Ejército después de aquella feroz batalla, ha sido ahora convertido en tetrapléjico por esa institución que osa llevar su nombre y la defensa de una lengua que no respeta. Don Miguel ha tenido que ver desde su tumba la actuación más oprobiosa, más cobarde, más repugnante, de aquellos que, supuestamente desde la esfera de la Cultura, dicen respetar el idioma y han pisoteado la calidad más relevante de la palabra: la libertad.   Si los españoles estamos soportando desde hace muchos años una oligarquía alumbrada por los mismos que sostuvieron la dictadura franquista, con el apoyo de 'demócratas' advenedizos que pronto se encargaron de frustrar la ilusión que generaron en 1982, ahora hemos visto una vez más lo que significamos para el poder y su esclavizado entourage. Este corrupto sistema, perfumado con falsos aromas progresistas, no sólo nos pisotea como ciudadanos política y económicamente, también nos maltrata psicológicamente y, ahora, suma a todo ello esputos sobre nuestra dignidad.   El Instituto Cervantes y su directora, Carmen Cafarell Serra, han demostrado que están muy lejos del instinto libertario de Don Quijote de La Mancha, han puesto de manifiesto que no tienen nada del ingenio del hidalgo caballero y ni siquiera la picaresca rústica del Lazarillo de Tormes. Practican continuamente, eso sí, la burda genuflexión ante una clase política que da verdadero asco. La lengua es la más fuerte seña de identidad de un país, la que merece el respeto más absoluto y la que, ligada indisolublemente al pensamiento, conforma relevantes estructuras donde se apoya la convivencia ciudadana. En el momento en que escribo estas letras, debería estar abandonando su despacho la señora Cafarell, después de haber sido instigadora  y cómplice de una de las actuaciones más repugnantes del poder desde la Transición. Una vez más se demuestra sin posible contestación que esto no es más que una oligocracia. Y además, torpe en sus actuaciones y falta de inteligencia.   El día 19 de Junio, a instancias del Instituto Cervantes, se creó 'El día E'. El Día de la Lengua Española. Se instó a los ciudadanos a que votaran su palabra preferida. Y los votantes eligieron REPÚBLICA. Rápidamente, las voluntades represoras y fascistas decidieron cortar por lo sano y sin miramientos para abortar la decisión que había quedado sobre la mesa. El Instituto habló primero, con supino primitivismo y puerilidad, de “sabotaje” y luego de problemas informáticos no identificados, con el único objeto de ganar tiempo para quitarse la soga que sus directivos se habían puesto al cuello por cobardes.   No ha podido ser más rastrera la solución dada. En un ejercicio digno de los más experimentados trileros, después de un 'conveniente' silencio, han barajado las palabras y reducido su número drásticamente, de tal manera que la más votada, REPÚBLICA, ha quedado como la última, y LIMÓN, que llegó a tener más de 4.000 votos ha desaparecido. Así ha acabando esta demente patraña: ARREBAÑAR (1.744 votos), GAMUSINO (1.670), INFINITO (1.497), TRAGALDABAS (1.453) y REPÚBLICA (1.432).   Para mi, El Día de La Lengua Española no ha sido motivo de alegría y afecto cultural. Sensu contrario, ha constituido una alarmante demostración de que las cosas no pueden seguir así. La clase política desprecia a los exprimidos ciudadanos. Y, en nombre de la Lengua, esos impresentables han vuelto a cortar la nuestra. Así que, Cervantes, tetrapléjico. Y nosotros, mudos. El país perfecto para la ignominia.

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