Enrique David Thoreau Impositus Dedicado a todos los miembros del MCRC   A nadie le gusta que le impongan las cosas. Tener que hacer algo porque una fuerza mayor obliga a ello y sin convencimiento de que esa acción pueda tener un beneficio para uno mismo o los que le rodean no es agradable, y cualquiera en su sano juicio se rebela contra esa imposición en la medida de sus posibilidades. Hasta los niños pequeños cuestionan la autoridad paterna cuando no se les da una razón de peso para que hagan algo.   Sin embargo, la servidumbre y mansedad de los ciudadanos frente a las tropelías del Estado de partidos no deja de ser sorprendente. El tema no es nuevo, pues ya fue planteado por Étienne de La Boétie en su “Discurso de la servidumbre voluntaria”. Resulta increíble observar cómo a pesar de que el sistema político actual (que no el gobierno) ha dejado patente su ineficiencia e incapacidad para gestionar la crisis que nos asola (entre otras muchas cosas), aún haya una cantidad considerable de gente que tiene sus esperanzas depositadas en un cambio de gobierno o elecciones anticipadas: manteniendo unas instituciones políticas corruptas en origen, y que por tanto imposibilitan castigar y acotar la corrupción personal de los políticos, algo indispensable para sanear la economía del país. Una corrupción impuesta por la propia constitución, que a su vez también nos fue impuesta a los ciudadanos, a través de la impostura de la transición-transacción. Escribía Henry David Thoreau, en su ensayo “Desobediencia civil”, que antes que súbditos tenemos que ser hombres, que no es deseable cultivar el respeto por la ley más de por lo que es correcto, ya que un indebido respeto por la ley puede convertir al hombre bien dispuesto en agente de la injusticia. Comentaba también cómo unos pocos hombres son capaces de servir al Estado a conciencia y para ello le oponen resistencia, por lo que son tratados casi siempre como enemigos. Que todos los hombres reconocen el derecho a la revolución, a negarse a la obediencia y oponer resistencia al gobierno cuando éste es tirano o su ineficiencia es mayor e insoportable. Que la autoridad del gobierno es impura, porque para ser estrictamente justa tiene que ser aprobada por el gobernado: no puede tener derecho absoluto sobre mi persona y propiedad sino en cuanto yo se lo conceda.   Cualquier persona en su sano juicio no colaborará con un sistema impuesto e injusto. Cualquier persona con un mínimo de dignidad moral y de decencia no legitimará otro gobierno con instituciones corruptas por medio de su voto. La acción coherente de todos los miembros del MCRC en las actuales circunstancias es la abstención activa. Y cuando llegue el momento, siguiendo el ejemplo de Thoreau, la abstención fiscal, puesto que no es justo, aunque sea legal, contribuir al sostenimiento económico del Estado de partidos con nuestros impuestos.

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