De la separación entre cosas que conforman una única entidad surge una energía que establece la fuerza destructora del proceso por el cual ambas cosas se habían fundido. Este proceso es reversible hasta cierto momento, se hace inabordable cuando se oculta, favoreciendo la falta de comprensión gubernamental, y posibilita la anomia del lucro especulador. La disociación y distribución del riesgo financiero disminuye el riesgo individual aumentando el riesgo colectivo a medida que se sistematiza. Cuando la especulación dirige la sistematización disociativa, la alienación transciende la individualidad provocando una alienación económica colectiva que se manifiesta en tres de sus variantes; falta de control sobre el proceso político y económico, anomia especulativa e incapacidad para comprender la realidad. Estas son las características de la crisis económica que nos afecta.   La UE reacciona a este proceso de manera tardía y parcial, incapacitada por la lentitud burocrática, la incomprensión técnica, la alienación intelectual de los aparatos de partido y la apertura estatal a la inclusión de las élites financieras como tecnócratas dirigentes. Pero hay más. El riesgo nos alerta de las consecuencias negativas que una acción nos puede acarrear sirviendo de este modo de etiqueta para una actividad. La disociación y repartición del riesgo conlleva una dilución del mismo. Esta dilución no sólo actúa sobre el propio riesgo, sino sobre la naturaleza observada de la actividad que antes era percibida como peligrosa, y ahora es considerada como menos peligrosa, sin haber sido esa naturaleza alterada.   Los CDS poseen ambas propiedades. La UE intenta ahora eliminar la disociación entre el poseedor del bono y el tenedor del CDS. Si el que posee un bono arriesgado compra un CDS se protege frente a aquel. Pero si alguien compra un CDS y no posee el bono, querrá venderlo a un precio más alto, por lo que emprenderá estrategias que incrementen el riesgo de poseer dicho bono. De aquí las quejas griegas. Pero sobre lo que no actuará la UE es sobre el efecto de enmascaramiento que el CDS provoca en la naturaleza de la deuda soberana, por su propia existencia, y aunque si bien el precio del mismo alerta sobre la peligrosidad de poseerla, favorece su emisión por mantener la demanda a través de la compensación por la venta del CDS a un mayor precio. De este modo la emisión de deuda se convierte en una enfermedad silente.     "A pure theory of democracy"     Publicada la traducción inglesa de "Frente a la gran mentira"

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