La Unión Europea (UE) es un proyecto político inacabado, siempre ha estado en vías de construcción desde que Winston Churchill en 1946 hiciese una llamada para crear los Estados Unidos de Europa. Se ha ido creando mediante círculos concéntricos. Desde 1951 con la Comunidad Europea el Carbón y del Acero hasta el ultimo tratado de Lisboa de 2007 (entró en vigor el 1 de diciembre de 2009) ha tenido muchas tensiones, envidias y desafecciones. A lo largo del tiempo ha ido dando pequeños pasos hacia la unificación: “Mercado común” (1957), Política Agrícola Comunitaria (1962), Arancel Común (1968), ¿elección? directa de los diputados del Parlamento Europeo (1979), creación de la Unión Europea (1993), desaparición del pasaporte, facilidad para que millones de jóvenes estudien en otros países con su ayuda, …. Todos los países que forman esta Unión (actualmente 27 Estados) aceptan las normas que dicta y las políticas que se deriven de ellas (reglamentos, directivas, recomendaciones, distribución de fondos, iniciativas comunitarias, etc.).   Otro círculo concéntrico muy importante es el subconjunto de los 17 Estados que forman la Unión Económica y Monetaria (UEM), conocida por Eurozona, cuya pieza fundamental es el Banco Central Europeo (BCE). Para acceder a este círculo hay que comprometerse a cumplir ciertos requisitos: estabilidad de precios, sostenibilidad de las finanzas públicas y respeto a la no devaluación (periodo del ingreso). Todos los que forman parte del grupo renuncian a sus monedas y ceden a la UE la circulación de moneda, los tipos de interés y los tipos de cambio, pero no sus política fiscal, el talón de Aquiles de estas uniones monetarias, al contrario de lo que ocurre en los Estados de EEUU, que pertenecen a una unión monetaria y comparten la política fiscal federal. Por eso, si la política monetaria común no es idónea para cada país miembro, la UE no tiene el contrapeso de la política fiscal que lo arregle, ya que el presupuesto que maneja la UE es muy pequeño (1% aproximadamente del PIB del conjunto de los países) con partidas muy rígidamente establecidas. Para lograr estos objetivos la UE arbitró un procedimiento de vigilancia: el Pacto de Estabilidad y Crecimiento, guardián del déficit público de los Estados miembros para conocer, advertir y sancionar las desviaciones de las medidas fiscales nacionales. Pero si dos de los grandes (Alemania y Francia) lo incumplieron en situaciones de crisis a pesar de que el BCE puso en marcha una política monetaria expansiva. ¿Qué podía ocurrirles a los más pequeños que hicieron lo mismo?   El último circulo concéntrico de poder, núcleo no institucionalizado, está compuesto por Alemania    y    Francia   (47%  del   PIB  de  la Eurozona, 60% con sus fieles aliados [Holanda, Bélgica y Austria]) que, en sus encuentros, realizan “recomendaciones” puestas en marcha por los órganos de la UE: Consejo Europeo, Comisión Europea o BCE (la foto de estos cinco personajes plasma esta realidad). Si como consecuencia de esa política expansiva, de dinero barato, algunos Gobiernos endeudaron hasta límites insospechados a sus Administraciones Públicas (y de forma inducida a los particulares, a las empresas y a los bancos) ¿Qué va hacer la UEM o el “núcleo e poder”? Ponerles un plan de ajuste duro con políticas fiscales draconianas, vigiladas de cerca por órganos de la Comisión (y ¿el FMI?).

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