(Aprendiz de Amélie) Catarsis paistriótica El funcionamiento orgánico de la Partitocracia hace que los medios de comunicación “social” actúen en clave interna respecto al partido —o grupo de partidos— al que se deben, especialmente cuando se trata de resguardar el régimen de poder que sostiene a todos. Después de haber dado cobertura a Rajoy en la SER, así hay que interpretar la entrevista con el presidente del Gobierno que el diario EL PAÍS ha publicado este domingo. En ella, se hace llegar a Rodríguez Zapatero el hecho de que, tal y como las encuestas muestran, el apoyo popular del que había gozado ha menguado considerablemente, por lo que —y esto es lo esencial— el Partido Socialista podría decidir prescindir de su suprema candidatura para las próximas votaciones estatales. El bueno de José Luis no opone resistencia, dando a entender que tal cosa no le preocupa ahora, que ya llegará el momento. Se deshace en agradecimientos a los ciudadanos, que le han dado “muchísimo”; y a sus compañeros de partido, aunque respecto a éstos últimos añade que “porque he ganado” —en el sentido de les— “dos elecciones”, lo que convierte el reclamado debe en algo mutuo.   Pero la sigilosa reconvención de Zapatero a los auténticos gurús de la Monarquía de partidos se encuentra en su sentencia respecto a la superación de la crisis. El objetivo fundamental consiste en “recuperar la confianza ciudadana en el país”. Y “el país” —aparte de su periódico cabecero— es la forma de referirse al actual Estado desnacionalizado por el posfranquismo. No es él, ni siquiera el PSOE, quienes han sufrido tal merma. Es el propio Régimen en la parte visible de la clase política. Así, el Presidente se apoya en la lógica del mismo Estado de partidos —los resultados de la acción de gobierno no pueden ser tomados como la síntesis del sistema, siempre debe salvaguardarse una alternativa de partido que permita su replicación— para hacer llegar a los díscolos del PSOE que ni él, ni el partido, pueden atenuar el coste social y rebajar la seguridad laboral, tal y como una parte le solicitan (únicas alternativas para una España a la que su pertenencia a la hoy UE, decisión unánime del posfranquismo de varios partidos, impide cualquier política de reindustrialización, imprescindible para recuperar una economía nacional digna). Que sea el PP quien lo haga, viene a insinuar Zapatero, aun a costa de que con este programa llegue al poder, consciente de que, si lo ejecutaran ahora los socialistas, los trabajadores perderían definitivamente la esperanza en “el país”. Ello, asumiendo personalmente que, si las cosas no mejoran, todo lo que pueda oponer el PSOE sea un cambio de candidato.   José Luis Rodríguez Zapatero demuestra así ser un paístriota ejemplar.

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