Que entre los romanos existieran delitos inexpiables podría relacionarse con la conversión de Constantino. En todo caso, acogerse a sagrado o a la Iglesia era un camino que no sólo transitaban los malhechores furibundos sino también aquellos que, haciéndose clérigos, se libraban de sus deudas o de pagar tributos. Los monjes que dejaban la vida normal, buscando en Dios su máxima realización personal, son hoy artistas, políticos y ejecutivos, dispuestos a sacrificar lo que sea a su carrera. Estando unida la idea de “progreso” al concepto de las escaleras de mano (la escala de Jacob) no es raro que abunden los trepadores hacia el cielo del “triunfo” material.   Leibniz pone a salvo la justicia divina y reivindica la bondad de Dios, que sólo permite el mal porque la armonía universal exige su presencia, como en la pintura la luz es evidenciada por la sombra o en la música la consonancia es mucho más apreciada por medio de las disonancias. Pero el mejor de los mundos posibles está más cerca de la guerra de todos contra todos que Hobbes consideraba el estado natural del hombre. El “caballero de la fe”, que era como llamaba Kierkegaard al cristiano de nuestro tiempo, tiene enormes dificultades para cumplir con el imperativo de amar al prójimo en un mundo donde lo corriente no es la mano tendida y el gesto fraternal sino la hostilidad, el cinismo y la indiferencia por todo lo que no afecte directamente a nuestros intereses. Pues bien, en lo que atañe a éstos, las autoridades eclesiásticas españolas ponen el grito en el cielo por el aborto y la desnaturalización del matrimonio, pero en realidad la opresión que sufre la maternidad y la familia radica fundamentalmente en la imposibilidad de satisfacer esa vocación que tienen una mayoría de mujeres y hombres, por falta de medios económicos.   La actitud de aceptar el mundo tal como es, negándose a incrementar su dolor, pero consintiendo en sufrir individualmente el mal que contiene no debería tener un equivalente colectivo en la resignación ante un Poder despótico. Si el puente que conducía a la política, desde la religión, en los siglos XVI y XVII era la teología neotomista, y en el siglo XX, el que llevó al totalitarismo, consistió en una ideología pseudocientífica que pretendía ser una ciencia universal de la historia y la sociedad, ahora, el camino que podemos emprender es el que va desde la teoría pura de la República Constitucional a la conquista efectiva de la libertad política.     "A pure theory of democracy"     Publicada la traducción inglesa de "Frente a la gran mentira"

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