Locomotora (foto: Arbego) Una vez acabada la fiesta electoral a la que no acudieron más de la mitad de los invitados y de la que algunos recuerdan la escasa miel de los postres o el licor amargo que les sirvieron, hay que recordar la situación en la que se encuentra la despensa. Sabemos que es de mal gusto hablar de dinero en las fiestas, comentar delante de los invitados el nivel actual de las viandas o si los proveedores llegan con los carros medio vacíos.   Las facturas llegan cada día y hay que hacer frente a ellas, son los gastos vinculados a servicios públicos que permanecen constantes en el tiempo y que admiten pocos recortes, a no ser que desaparezca el Estado, y aquellos otros que han sido descentralizados. Son facturas (desempleo y ayudas sociales) que crecen mucho más de lo ideado para 2009 en aquel escenario idílico de baja cuota de desempleo. Son facturas que contienen compromisos adquiridos con grupos de presión (empresas eléctricas o automovilísticas, CCAA o Entidades Locales…) y compromisos pactados en figones que adquirirán carta legal a finales de este mes para posibles rescates de Entidades financieras en apuros. ¿Cómo se financian todos estos compromisos si la despensa está casi vacía, sin apenas ingresos tributarios que siguen cayendo de forma brusca?   Pues… quemando los vagones del tren para que la locomotora no se pare, es decir, emitiendo deuda pública interior, que de momento se coloca debido a las restricciones de crédito de las personas y de las empresas, y deuda pública exterior en competencia con otros Estados y otras Empresas que también buscan financiación. Los CDS de la deuda española (credit default swaps, esos seguros contra el riesgo de impago) vuelven a rondar los 100 puntos básicos, lo que significa un aumento de los intereses a pagar.   En economía nada es gratis: las expansiones fiscales, la deuda externa y los rescates financieros hay que financiarlos ahora o en el futuro. Si los dirigentes políticos españoles tuviesen legitimidad democrática tendrían la obligación de informar a los ciudadanos sobre la carga financiera que soportarán en los presupuestos públicos futuros (20%, 25% ó más), como nos informamos de las anualidades que tenemos que pagar si deseamos pedir un préstamo teniendo en cuenta las expectativas de ingresos y de la parte que representa esa amortización en nuestros ingresos ordinarios.

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