Obama ha conseguido dotar a la Presidencia de EEUU de un tipo de poder político doblemente legitimado, que ningún otro gobernante actual tiene. A su legitimidad democrática, derivada del proceso racional en el modo de ser elegido, une la fuerza impresionante de la legitimidad carismática que le permite ser líder de su país y, en consecuencia, del mundo. La reunión del G-20 en Londres ha sido primaveral, pese al mal tiempo callejero y a la víctima mortal, porque se ha impuesto la visión de Obama. Destinar tres cuartos de billón para sanear el sistema financiero y un cuarto de billón para impulsar el comercio mundial. Lo demás está por hacer.   La vacua amenaza del Presidente francés Sarkozy, de que no firmaría lo que se acordase si no había compromisos concretos, venía de su celosa vanidad, y estaba escrita en el agua como su anterior intención de refundar el capitalismo. Todos los gobiernos podían ayudar con dinero público al saneamiento del sistema crediticio, tanto eliminando sus vicios ocultos, con la regulación a posteriori del mercado, como respondiendo de la evicción a empresas y particulares, con aval estatal a depositantes o inversores en entidades de crédito. Pero Obama y Brown, los triunfadores, ponían la urgencia en la contribución general, con más fondos públicos, a la pronta recuperación del sistema financiero y del comercio internacional, mientras que el eje franco-alemán, el derrotado, quería regular primero el mercado y ver los efectos de las medidas adoptadas, antes de invertir más.   Aunque no eran métodos opuestos, sino arrítmicos y complementarios, sin embargo los separaba una diferencia ideológica. Contra lo que decía nuestra cateta propaganda, Zapatero no podía mediar, pues estaba obligado a respetar la unidad de decisión acordada en la UE. El enfrentamiento larvado entre los residuos del liberalismo estadounidense, reacio a crear una Autoridad mundial que unifique y supervise la economía financiera de cada país, y los residuos de la socialdemocracia europea, proclive a dar mayor capacidad de fondos y competencias al FMI, se ha resuelto con la adopción final de la tesis de Obama: gastar ahora para salvar al sistema, y acordar a la vez modos eficientes de coordinar los mercados. En Londres se han concretado formas de coordinación internacional de las regulaciones nacionales y de control de los productos especulativos, a través del FMI, BM y los otros dos foros de Giros Especiales y Estabilidad financiera.   florilegio "En las crisis agudas, siempre vence la propuesta de acción inmediata, aun no siendo la mejor, sobre los titubeos razonadores de la imaginación."

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