Generador de descargas simulado La cuestión de cómo es posible la servidumbre voluntaria –que tanto extrañó a La Boétie, a pesar de su incontestable evidencia, por entrañar la paradoja de elegir libremente servir– fue dramáticamente ilustrada por Hannah Arendt en su estudio del criminal nazi Eichmann y algo más tarde por los célebres experimentos en psicología social de Stanley Milgram sobre obediencia a la autoridad, publicados en 1974. En uno y otro lugar las conclusiones son idénticas: la obediencia a la autoridad, por muy irracionales que sean sus órdenes, no es un fenómeno insólito, sino muy común. Arendt anota que no se detectó en Eichmann el menor síntoma de psicopatología, y Milgram descubre que casi el 70% de los sujetos experimentales estaban dispuestos a efectuar una descarga eléctrica de 450 voltios sobre un desconocido si una figura de autoridad así se lo pide.   El ingeniosísimo experimento de Milgram ofrece una serie de variaciones que arrojan luz sobre numerosos aspectos de la relación autoridad-obediencia. Ni los gemidos del supuesto afectado en una habitación contigua, ni los poco convincentes consuelos de que las descargas no afectarán permanentemente a su sistema nervioso, impiden que la inmensa mayoría esté dispuesta a accionar la palanca de descarga cuando se les indica que ellos, los sujetos experimentales, no serán responsables de las posibles consecuencias, o tras enfáticas admoniciones: “Es esencial que continúe”; “No tiene elección, debe continuar”.   Aunque se diga que los beneficios previsibles de participar en la partidocracia explican su generalizada adhesión, el puñado de dólares que Milgram ofrecía a sus sujetos experimentales no explica que éstos subiesen hasta los 450v ni que Eichmann aniquilara a tantos judíos. “Cumplía órdenes”, dijo éste. Por eso Arendt habló de “la banalidad del mal”: el mal es mucho más común y simplón. Casi todos –no sólo “ellos”– somos capaces de lo peor. Tras el nazismo, Erich Fromm ya había conducido también una investigación sobre las raíces de la destructividad humana que llegaron a las mismas conclusiones. Habrá elecciones y se votará en masa, cuando casi todo el mundo sabe que la demencia continuará con el sistema (a)político que así refrendan. La autoridad aquí no es tanto la del superior, sino la bajura de la conformidad social. No pienses por tí mismo ni busques soluciones. Obediencia endémica, líbrate de la responsabilidad.

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