Ban Ki Moon en Davos (foto: WEF) Nuestro admirado articulista Juan Sánchez, en su El medio es el fin*, utilizó la razón psicológica de la objetivación que de su uso se hace en las armas para defender la tesis moral de que la guerra es un fin de la Humanidad y no un instrumento de dominación. Así criticaba la refutación del Anti-Dühring. Pero las palabras de Engels que cita tienen plena vigencia. La guerra es el medio que la oligarquía mundial tiene de defender sus propios intereses. Si no existe un Estado planetario las alianzas políticas entre países hacen de la guerra una herramienta. Las grandes potencias protegen los cauces y el sentido del flujo de materias primas, entre las que se cuenta el capital, en el mundo. La ONU es la estructura burocrática que proporciona legitimidad ad hoc a las decisiones de unos cuantos mandatarios. Con respecto a la violencia producto de la lucha por la supervivencia, y por espantosa que resulte, la guerra es un logro civilizador y no el eterno retorno a un atávico estado de barbarie. En contra de Clausewitz podría decirse que no es una extensión de la política, sino su pre-tensión. Pero lo que entre soberanos, -iguales y libres- puede gozar de dignidad, impuesto a las sociedades carentes de libertad política sólo es indigna y mentirosa altivez. La guerra puede ser digna, el abuso de poder jamás.   La dignidad no es altiva, sino segura de sí. Sin embargo, la altivez es inseguridad, expresión de una superioridad que no se siente. La altivez cobra venganza de lo que todavía no ha sucedido pero se teme y los gobernantes españoles, necesitados de confraternizar con el resto de gobernantes internacionales más por imperativo de clase que por responsabilidad, son institucionalmente altivos. La partidocracia no permite expresión de dignidad en las acciones de gobierno, sólo altivez o sumisión. Felipe González fue altivo con su propio electorado para disimular la traición ideológica que suponía ser mediáticamente antibelicista y gubernamentalmente conmilitón de Bush. Aznar fue altivo ante toda la sociedad disimulando que utilizó personalmente las mentiras justificadoras de la guerra para afianzarse en el lugar que no encontraba en su propio país: el conservadurismo ideológico. Zapatero ha mostrado altivez hacia la bandera estadounidense para disimular que en nada cambiarán el sometimiento a la OTAN y el tráfico de armas en el que España participa. Todos los nombrados han sido sumisos con los mandatarios estadounidenses.

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